Congreso de Tucumán

Cuando el tren se acerca a la estación Congreso de Tucumán, todos los pasajeros saben que se van a bajar. No hay otra opción, es la terminal. Algunos realizan el procedimiento habitual de bajarse en la siguiente estación. Consiste en hacer el último tramo del viaje parados cerca de la puerta, para bajar rápidamente cuando se abra. El subte es un medio de transporte rápido, razonan que no tiene sentido producir demoras extra al pararse una vez que el tren está detenido.
Algunos tienen estudiada la estación, fruto de bajarse seguido, y saben en qué puerta conviene pararse para quedar cerca de la escalera más conveniente. Esto acelerará un poco más el viaje, y permitirá (si la escalera es mecánica) evitar quedar atrapado detrás de los que la bloquean.
Pero para poder realizar esta maniobra, es necesario saber de qué lado del tren habrá que bajar. Los carteles suelen indicar cuáles estaciones son de andén central. En ellas se baja en la puerta opuesta. Congreso de Tucumán es de andén central, pero también es la terminal. Esto significa que ambos andenes se utilizan para descender. Por lo tanto, puede tocar cualquiera de los dos.
Los pasajeros duchos no esperan al momento de llegar al andén para hacerlo. El tránsito diario, sumado a la observación de lo poco que hay para ver por las ventanas del subte, permite inferir el lado antes de llegar. Es cuestión de mirar en qué vía avanza el tren.
Los trenes habitualmente van por la vía izquierda. Antes de llegar a la estación hay un cambio. Lo que no se sabe es si el tren tomará o no ese cambio. Lo más fácil y probable es que lo tome, porque así quedará ya perfilado para ir por la izquierda en el regreso. Pero ese andén puede estar ocupado. Entonces puede continuar por la misma vía.
Algunos pasajeros se aventuran a una de las puertas. Suelen elegir la derecha, que es la que permite ver el cambio. Cuando se produce, todos los informados se dirigen prontamente hacia la puerta correcta. Algunos no están al tanto de todos los cambios, pero siguen a los que primero se mueven (es otra indicación válida). A veces, unos pocos obstinados se quedan en la otra puerta, apostando a que los demás estén equivocados. Pero como los otros saben lo que hacen, esos obstinados comprobarán su error al llegar al andén.
Cuando el tren se detiene y abre las puertas, los que estaban esperando ansiosos ese momento bajan a toda velocidad. Quedan en los coches los otros, los que nunca se molestaron en levantarse de su asiento, porque no necesitan gratificación instantánea. A su ritmo se levantarán y se retirarán del tren. Encontrarán una escalera y subirán a la calle, a caminar hasta su destino. Cuando lleguen a la superficie, los primeros en salir estarán ya fuera de la vista.