Contra los mosquitos

Se oía un ruido como de lluvia. Adentro hacía calor, entonces decidí abrir la ventana para disfrutar el aire fresco de una tormenta de verano. Pero no estaba lloviendo. El ruido que sentía eran los mosquitos que intentaban entrar y se golpeaban contra los vidrios de la ventana.
Cuando la abrí, entraron todos juntos. Formaban una espesa nube móvil, que amenazaba con chuparme toda la sangre. Salí corriendo en la dirección opuesta, pero la nube me seguía. Los mosquitos volaban y yo sólo podía trasladarme a pie. Era cuestión de tiempo que me alcanzaran.
Tenía que hacer algo. Cerca de la pared, divisé un paquete de tabletas Fuyi. Pensé que activar el aparato no podía hacerme mal. Entonces lo enchufé y me dispuse a colocar una tableta en la superficie metálica. Pero el blister de Fuyi es muy difícil de abrir. Mientras los mosquitos se acercaban, yo intentaba sacar una tableta de su envase sellado. Fueron unos pocos segundos que viví en cámara lenta, con gran suspenso. Probé partir el papel en sentido perpendicular a las tabletas, y también paralelo. No funcionó. Recurrí a los dientes, que pueden cortar carne y otras sustancias, pero no lograron hacer un pequeño agujero en el blister. Como último método, intenté empujar a una de las tabletas para hacerla salir. Lentamente fue carcomiendo el sellado y al final se liberó. Fue como si la hubiera dado a luz.
La saqué y la puse sobre el aparato ya encendido. En un instante los mosquitos cambiaron de actitud. Varios miles cayeron muertos sobre el suelo gracias a la acción instantánea de la tableta Fuyi. Otros huyeron despavoridos, en busca de alguien menos preparado para su ataque.