Corrección de color

Las maestras no pueden usar cualquier color para corregir. Tienen que elegir uno distinto del que los alumnos usan para escribir. En general, el color está regulado, y sólo puede ser azul o negro. Si las maestras corrigieran en azul o negro, los errores no se distinguirían de las correcciones, y nadie podría aprender de los exámenes.
Conviene usar un color distintivo y que proyecte cierta autoridad. No es bueno usar esas biromes juguetonas, violetas o celestes. Hace falta un buen color adulto, y que se vea. El amarillo tampoco es recomendable. Los colores más comunes, entonces, son el verde y el rojo. Las maestras que quieren ser más amigables usan el verde.
Las que usan el rojo son más peligrosas. Son menos proclives a perdonar errores. Lo hacen por el bien del alumno, pero eso no es obvio en el momento de recibir las correcciones. Las maestras que usan rojo están convencidas de que el alumno debe enfrentarse a sus limitaciones, y que escondérselas va en contra de los intereses de todos. Por eso no tienen problemas en tomar exámenes sorpresa. Piensan que los alumnos deben estar siempre listos para un examen, porque así estarán mejor preparados para la vida.
Los exámenes sorpresa son de gran impacto. Siempre está el peligro de que se presente uno, y las medidas de precaución no evitan la posibilidad de que aparezcan. Sólo pueden mitigar las consecuencias. Estos exámenes, por definición, vienen sin advertencia, y cuando aparecen ya no hay vuelta atrás. Son imprevisibles e inevitables. Generan ansiedad y miedo.
Los alumnos hacen lo que pueden para sobrellevar el examen. Algunos logran salir ilesos, otros levemente damnificados. Pero en muchos casos, sobre todo cuando la atención estaba en otro lado, se producen masacres. Los exámenes vuelven a sus dueños humillados, destrozados y cubiertos de rojo.