Cuerpo diplomático

El gobierno de San Marino, cansado de tener como principal socio a Italia, decidió expandir sus horizontes y entablar relaciones con todos los países del mundo. Para eso necesitó establecer embajadas en cada capital, de modo de poder defender sus intereses y difundir la cultura de San Marino.
Se destinó un gran esfuerzo nacional para construir el cuerpo diplomático. Hubo que entrenar a los embajadores y al personal de cada embajada. A medida que los estudiantes de relaciones internacionales se iban recibiendo, iban inaugurándose las embajadas. No pudieron abrirse todas juntas por falta de personal.
Como la población de San Marino no era mucha, un porcentaje muy importante fue destinado a las embajadas. Cuando lograron abrirse todas, sólo quedaba en el país un puñado de la población inicial, que se encargaba de coordinar la política exterior del país.
Los italianos, al ver que casi no quedaba gente en San Marino, decidieron invadir para acabar de una vez por todas con ese agujero en su mapa. A pesar de que la comunidad internacional, alertada por las embajadas de San Marino en todo el mundo, puso reparos, los italianos encontraron muy poca resistencia y pudieron tomar el control del lugar.
Se estableció en San Marino un gobierno bajo el control de Italia, que como primera medida hizo volver a todos los representantes diplomáticos del país que ya no era. Así, San Marino se volvió a poblar y todos los habitantes volvieron a sus antiguas ocupaciones.
La vida no cambió mucho respecto de lo que había sido antes del establecimiento de las embajadas, sin embargo algunos se quedaron con las ganas de tener independencia y comenzaron una campaña separatista. No tenían forma de vencer a Italia en una guerra, pero se armaron de paciencia. Sabían que, cuando el tiempo fuera propicio, no había quien les ganara en fuerza diplomática.