Demanda extra

Me gusta caminar de noche por el bosque. Es un lugar pacífico cuando los animales duermen. Puedo sentir la frescura del rocío, iluminarme sólo con la luna y disfrutar de un silencio que no se puede encontrar en ningún otro lugar. Por eso, desde hace varios años es mi costumbre caminar solo por el bosque todas las noches.
Ese día salí como siempre, sin saber que me iba a pasar algo distinto. Estaba disfrutando la oscuridad a mi alrededor, viendo pájaros que dormían en lo alto de los árboles, cuando llegué a un claro que nunca había visto antes. De inmediato me interné en él. Cuando llegué al centro una luz me cegó por unos segundos. Al acostumbrarse mis ojos pude notar que un reflector me iluminaba desde arriba. Miré hacia allí y pude ver un enorme objeto volador que flotaba en el aire y proyectaba ese haz. A pesar del tamaño, era muy silencioso, hacía el mismo ruido que una escalera mecánica.
Me quedé admirando el aparato durante unos minutos. Su diseño era peculiar, nunca había visto nada parecido. Aunque no lo podía ver muy bien porque era de noche, logré notar que era negro y que iba aumentando y reduciendo su tamaño, como si latiera.
Cuando me pareció suficiente, decidí continuar mi caminata. Pero el haz de luz me siguió, no podía escapar de él porque me iluminaba en cualquier dirección que tomara. Ahí la cosa empezó a no gustarme.
Decidí entonces correr para ver si el haz tenía la capacidad de seguirme a una velocidad mayor. Pero ocurrió algo aún más raro. Cuando intenté correr noté que me elevaba sobre el suelo, y recorría el haz de luz, como si fuera un túnel, hacia el extraño objeto volador. Lo hacía a una velocidad lenta pero constante.
Me di cuenta de que estaba siendo abducido. Mi tía Ámbar tenía razón cuando me advertía sobre el peligro de caminar solo por el bosque. Pero decidí evitar esa clase de pensamientos. Estaba claro que no podía hacer mucho para evitar ser abducido y pensé que la mejor actitud era tomarlo como una aventura. Tal vez, si sabía encarar la situación, podría pasarla bien.
Cuando estaba a mitad de camino, noté que la intensidad de la luz aumentó de repente. Pensé que había llegado a otra etapa, pero inmediatamente me detuve y quedé suspendido en el aire. Al mirar a mi alrededor noté que un segundo haz me iluminaba, y ese haz llevaba a otro objeto volador. Era un objeto muy distinto al primero, aunque tampoco se parecía a nada que hubiera visto antes.
Rápidamente me di cuenta de que no eran naves del mismo planeta (o del mismo bando, o lo que sea, no conozco mucho de política extraterrestre) porque sentí dos fuerzas simultáneas sobre mi cuerpo. Ambos haces de luz me llevaban hacia la nave de la que se originaban, pero ninguno era más poderoso que el otro.
De repente, el silencio se quebró. De una de las naves emanó un sonido muy extraño, que fue seguido por otro sonido igual de extraño pero distinto que provenía de la otra. Al mismo tiempo comencé a sentir tironeos cada vez más fuertes, que me hamacaban en el aire a medida que la disputa de ambas naves por mí se intensificaba.
Luego de un rato, cada nave empezó a hacer movimientos bruscos hacia la otra, supongo que para intimidarse mutuamente. Pero ninguna se resignaba a perderme. Aparentemente yo era muy codiciado en el Universo.
Llegó un momento en el que, de tanto intimidarse, una de las naves chocó a la otra. El golpe hizo que ambas perdieran el control de sus haces de luz y yo salí disparado, formando una parábola, hacia otra parte del bosque.
Por suerte, el follaje de un gran roble amortiguó mi caída. Y aunque quedé algo mareado durante un rato, y varios pájaros que anidaban en el roble se despertaron y huyeron del lugar, el episodio no alteró la paz nocturna del bosque.