El ataque de los zombies numismáticos

Los zombies numismáticos se acercaban lentamente a una gran capital. Se los reconocía porque tenían la ropa muy deteriorada, los brazos extendidos y todo el tiempo balbuceaban:
-Moneeedas, moneeedas.
Los zombies estaban siempre buscando monedas, y cuando las encontraban se hacían de ellas y se las comían. Si las monedas tenían dueño resultaban sustraídas y, en ese acto, el dueño se convertía en zombie. Así, el grupo de zombies numismáticos iba creciendo.
-Moneeedas, moneeedas.
Cuando los zombies fueron llegando a la ciudad empezaron a escasear las monedas. Al principio no se sabía por qué faltaban, más tarde se fue corriendo la voz de que alguna gente había sido captada por la banda de zombies.
Ante la escasez y la amenaza que traían los zombies, la sociedad se decidió a combatirlos. Se requería de un plan, y para hacerlo lo primero que se tuvo que tener en cuenta era diferenciar entre los zombies verdaderos y las personas que buscaban monedas para poder viajar en colectivo, que cuando veían una moneda se expresaban en forma similar:
-Moneeedas, moneeedas.
El gobierno nacional decidió abolir las monedas y se incorporó un sistema de tarjetas recargables para poder usar los colectivos. La incorporación de ese sistema implicó un aumento en el boleto para poder hacer frente al costo de las máquinas aptas para ese medio de pago.
Pasó bastante tiempo en estas decisiones y los zombies continuaban con su hambre voraz. Un grupo de gente se hartó de los vaivenes gubernamentales y decidió tomar las armas. Empezaron a combatir a los zombies a escopetazos. Pero resultó que el plomo de las balas hacía más fuertes a los zombies, y reemplazaba a las monedas que faltaban. Los integrantes de ese grupo que no se convirtieron en zombies fueron detenidos por la policía para evitar que produjeran más problemas.
El gobierno no sabía cómo combatir a los zombies y recurrió a ayuda internacional. La Organización Mundial de la Salud convocó con urgencia a un panel de expertos para tratar el tema. Mientras tanto se cerraron las fronteras del país afectado.
Los zombies, a su vez, se manejaban a sus anchas por la ciudad y estaban muy a gusto en el distrito industrial, donde si no conseguían monedas podían encontrar toda clase de metales para ingerir.
En un momento un grupo de zombies entró en una fábrica de golosinas donde se hacían monedas de chocolate. Al ver tamaño tesoro los zombies llamaron a los demás, sin darse cuenta de que eran golosinas y no monedas de verdad.
Resultó que no importaba. Las monedas de chocolate encantaron a los zombies, que rápidamente se volvieron adictos a esas golosinas. Se corrió la voz entre los zombies y pronto todos estuvieron dentro de la fábrica comiendo monedas de chocolate, paragüitas de chocolate y bocaditos de chocolate y marroc.
Al darse cuenta de que todos los zombies estaban en la fábrica de golosinas, el gobierno quiso aprovechar para eliminarlos y sitió el lugar. Pero tuvo la oposición de organizaciones ecologistas, que se manifestaron en contra de la eliminación de los zombies con consignas como “salvemos a los zombies”. La opinión pública, sensible a los problemas de la ecología, se puso en contra de que eliminaran a los zombies y al gobierno empezó a no convenirle deshacerse de esos entes.
El gobierno razonó que tampoco le convenía dejar salir a los zombies, dado que se volvería a los problemas de antes. Entonces resolvió, de común acuerdo con las organizaciones ecologistas, crear una reserva de zombies en la fábrica de golosinas.
Se resolvió financiar el mantenimiento de la reserva, no previsto en el presupuesto de ese año, mediante la creación de un impuesto a las golosinas. Gracias a ese impuesto se creó un fondo para otorgar chocolate a los zombies y para reforzar las paredes exteriores en los que se los mantuvo encerrados desde ese momento.
La sociedad se liberó así de los zombies. Al pasar los años el episodio quedó bastante olvidado y sólo cada tanto se hablaba de lo que había ocurrido cuando algún documentalista valiente lograba adentrarse en la reserva y acercaba imágenes escalofriantes.