El batitubo de la vereda

Siempre quise tener un batitubo en mi casa. No sirve para subir, pero es mucho más divertido que bajar una escalera. Incluso es más rápido que bajar en ascensor. El problema es que vivo en un departamento, y al consorcio no le gustó la idea de instalar un tubo en el hueco de la escalera. Dijeron que era contrario al código de incendios, lo cual me resultó extraño, sobre todo teniendo en cuenta que los bomberos bajan hasta la autobomba en batitubo.
Por un tiempo desestimé mi aspiración, hasta que un día salí al balcón y encontré la respuesta. Me dí cuenta de que el poste del alumbrado público pasaba a centímetros de mi balcón, y pensé que podía servir de batitubo perfectamente.
Entonces me animé, me subí a la baranda del balcón, me agarré del poste y me solté del edificio. Inmediatamente caí a gran velocidad, tanta que tuve que soltar las manos porque me quemaban. En el trayecto, envolví el poste con mis piernas, que estaban cubiertas por un pantalón y pude llegar a la vereda. Estuvo buenísimo. Una vez abajo, aproveché que estaba afuera y fui a comprar unos guantes para el siguiente descenso.
Desde entonces, siempre que quiero salir de mi casa lo hago por el poste de luz. Eso me hizo conocido en el barrio. Me llaman “el que usa el poste de luz de batitubo”. En el consorcio quisieron impedirme esa práctica, pero no pudieron, porque no encontraron ninguna ley que la prohibiera.
Muchos querían imitarme, sin embargo nadie se animaba. Hasta que, hoy, un pibe del edificio de en frente que siempre me miraba mis descensos, se largó a hacer lo mismo. Pero, a pesar de que siempre me miraba, su observación no era tan buena porque no reparó en el detalle de que yo siempre iba protegido, y bajó por el poste con pantalones cortos. Pobre, dejó una estela de humo a su paso y quedó bastante chamuscado. Yo lo vi por la ventana y llamé a una ambulancia, mientras pensaba que tenían razón los del consorcio cuando decían que un batitubo podía provocar un incendio.