El inspector

El inspector va cada día a una escuela distinta. Su trabajo es muy agradable. En todas las escuelas recibe un trato ameno y comprensivo. Le ofrecen café. Lo elogian, le guardan el abrigo. Responden todas sus preguntas con amabilidad. Todas las personas que encuentra a su paso le muestran enorme respeto.
Al recorrer las escuelas, descubre todas las aulas limpias y prolijas. Los alumnos, con sus guardapolvos relucientes, obedecen a las maestras sin reproches. Los docentes no sólo están a la altura de las circunstancias en cuanto a disciplina, sino que saben muy bien lo que enseñan.
No escucha ni una queja en ninguna escuela. Por eso no entiende por qué en todos lados escucha que la educación está en decadencia. Él conoce la realidad. Trabaja de eso, está en las escuelas más que ningún otro funcionario, y le agrada reportar siempre una situación espléndida.
A la tarde, llama por teléfono a la escuela que visitará al día siguiente para que puedan prepararse. Así siempre encuentra alguien que lo espera. Le parecería poco elegante caer de sorpresa.