Fútbol sin arcos

El principal obstáculo para el buen fútbol es el resultadismo, la obsesión de muchos por ganar a cualquier precio, sin que les importe lo deportivo. La raíz de este problema está en una de las reglas más antiguas del fútbol, que debe ser abolida de inmediato por el bien del juego.

El reglamento de la FIFA dice que el equipo que hace más goles gana el partido. En una época incluso decía que esa regla era la única que no se podía cambiar. Pero lamentablemente esta regla, que tantas satisfacciones ha otorgado a lo largo de los años, sufre demasiados abusos como para que sea aconsejable mantenerla. Por lo tanto, abolida ya la imposibilidad del cambio, es el momento de abolir los arcos para siempre.

De esta manera, los problemas del juego se resolverán de raíz y los jugadores podrán dedicarse al fútbol puro. Reaparecerán en abundancia la gambeta, las paredes, los sombreros, los caños y todos los lujos que hoy son dejados de lado en haras de lo práctico.

¿Cómo se implementaría esto? Sin arcos ya no habrá más necesidad de arqueros, por lo tanto jugarán dos equipos de diez contra diez. Tampoco es necesario mantener las áreas. El tamaño y la forma del terreno de juego pueden mantenerse igual, excepto que las líneas de meta se convertirán en líneas de banda y cuando la pelota las atraviese se cobrará un lateral. No hay más saques de arco, porque no hay más arcos. No hay más off-side ni jueces de línea. El resto de las reglas se mantendrán.

Ganará el partido el equipo que haga más toques consecutivos en cualquier momento de los 90 minutos. El objetivo es premiar la pelota dominada, con lo cual el equipo que no tiene la pelota deberá defender igual que ahora, pero no le valdrá para nada jugar sólo a tirar la pelota lejos. No importa el terreno cubierto ni los kilómetros corridos. Los diez jugadores pueden mantenerse parados si tienen la suficiente habilidad como para hacer más pases que el contrario.

¿Quién mide la cantidad de pases? Una mesa de control creada especialmente para medir la estadística completa. Si ambos equipos consiguen la misma cantidad máxima de pases, será ganador el que lo haya hecho más veces. Si persiste la igualdad, se tomará el segundo número máximo de pases y ganará el equipo que los haya realizado. Se continúa así hasta que uno de los dos equipos tenga una diferencia. En caso de no ocurrir, se jugarán dos tiempos adicionales de quince minutos.

Eliminando los arcos aparecerán nuevas tácticas que permitirán aprovechar toda la extensión de la cancha sin miedo a un gol en contra. Se destacarán muchos de los jugadores que se destacan ahora. La guapeza seguirá siendo virtud, seguirá habiendo valientes y cobardes, pero estos últimos perderán mucho más seguido. Se abrirá un abanico de posibilidades hasta ahora no pensadas, que revitalizarán el deporte como nunca en la historia.

Se necesitará generar un cambio en los espectadores. Aquellos impacientes a los que en realidad no les interesa el fútbol y lo único que quieren es ver goles de su equipo a cualquier precio deberán adaptarse o ver otro deporte. Al no haber más off-side, las mujeres podrán ver fútbol sin hacer tantas preguntas. Los que vayan a la cancha irán esperando sutileza en lugar de violencia.

Este cambio termina con los empates. Termina también con los jugadores troncos que sólo sirven para hacer goles sin tener la más mínima habilidad. Termina con la táctica de tirar centro a los altos, con los lujos intrascendentes, con los pelotazos desde lejos, con los equipos colgados del travesaño, con los travesaños. En fin, termina con la dictadura del resultadismo para dejar lugar a la pelota la piso, el toque, el juego coordinado, las pequeñas sociedades, la elegancia, la creatividad y todo lo que hace atractivo al verdadero fútbol.

Próxima entrega de Ideas que Jamás se Implementarán: el equipo de los excluidos.