Gotas

La canilla del baño empezó a gotear. Por más que la cerrara, siempre dejaba paso a una sucesión continua de gotas que no sólo desperdiciaban agua, sino que hacían ruido. Coloqué un vaso debajo de la canilla, y comprobé que se llenaba en muy poco tiempo. Así pude darme cuenta de la magnitud del desperdicio.
Entonces decidí cerrar la llave de paso y abrirla sólo cuando realmente necesitara la canilla. Era una decisión un poco molesta, pero valía la pena. Todo funcionó bien durante unos días, hasta que la llave de paso empezó a gotear.
Fue entonces cuando decidí llamar a un plomero. El profesional constató que el problema no estaba específicamente en la cañería del baño, sino en alguna otra parte. Tomaría un tiempo descubrir dónde, y para hacerlo necesitaba cortar el suministro de agua de la calle.
Cuando cortamos el agua, el caño que la traía a mi casa empezó a gotear en la calle. Goteaba tanto que pronto la calle se inundó. Entonces se involucró la empresa proveedora del servicio de agua, que empezó a revisar la cañería sin encontrar el problema. Por las dudas decidieron no restituir mi servicio, por si resultaba peor.
En la empresa llamaron a consultores internacionales para determinar cuál era el problema. Se decidió hacer una inspección a fondo de las cañerías del barrio. Para hacerlo era necesario cortar el agua a todo el barrio, y cuando se efectivizó esta medida el resto de la ciudad empezó a tener problemas de inundación.
En ese momento intervino el intendente, quien pidió a la empresa que solucionara el problema de inmediato, y la autorizó a cortar el agua de toda la ciudad si era necesario. Se estableció un plan para conservar el agua que venía goteando, que incluía el reciclaje de la que goteaban los equipos de aire acondicionado. Una vez en marcha el plan, se procedió a cortar el agua de la ciudad.
En ese momento comenzó a llover.