La diferencia está en el cubo

Existen dos clases de cubeteras: las individuales y las colectivas. Son dos estilos, dos filosofías de construcción del hielo. Ambas generan cubos, y lo saben hacer bien. La cuestión técnica del congelamiento del agua fue resuelta hace mucho tiempo. La diferencia está en cómo se encara el congelamiento y qué se hace con el hielo una vez generado.
Ambas también enfrentan los mismos problemas. Los cubos siempre estarán hechos a partir del agua que los llene. Si está sucia, el hielo estará sucio. Si ocurre la mala suerte de que el agua contenga una mosca, será preservada en el hielo. Ninguna cubetera puede solucionar esta clase de situaciones. Del mismo modo, el agua es un recurso finito, que la cubetera deberá estar bien diseñada para recibir y almacenar. Sin agua no hay hielo, y nada se puede hacer al respecto.
En ningún sistema existe garantía de que los cubos tendrán el mismo tamaño. La cubetera colectiva permite una comparación más directa en el momento de llenarla, pero esta operación se puede hacer de manera despareja, o el traslado hacia el freezer puede darse torcido, derramando y desperdiciando de esta manera la materia prima. Estas inclinaciones tendenciosas también generan desigualdades entre los cubos. Resultan desparejos, en un extremo más llenos y en el otro más vacíos. Es debatible, de todos modos, si los cubos deben ser todos iguales, o debe abrazarse la diversidad.
En la cubetera colectiva, cada cubo es el límite de los demás. Forman una comunidad definida. Se puede decir que todos los cubos son una misma cubetera, y la suerte de uno está atada a la de sus compañeros. De esta manera, no serán pedazos de hielo sueltos, sino que tendrán identidad y pertenencia.
A veces, la división entre cada cubo no es lo suficientemente alta. Todos los cubos se unen, formando una cubetera negativa de hielo, que resulta muy fácil de quebrar si se la intenta separar del lugar donde se formó. Cuando se produce esta ruptura, al principio se puede reconocer a los que fueron cubos limítrofes; aunque una vez separados, el tiempo tiende a disolver las fronteras.
En la cubetera individual, en cambio, cada cubo marca sus propios límites. Hay una independencia intrínseca. Los cubos pueden estar todos juntos, formando voluntariamente una cubetera unida. O pueden estar separados, repartidos por todo el freezer. Esto permite un mejor aprovechamiento del espacio disponible, y también genera desconexión. Los cubos son iguales y únicos. Es más difícil que provengan de un mismo chorro de agua, con lo que se generan cubos de diferentes edades.
Al existir la separación, se genera riesgo de marginalidad. Los cubos que, por cualquier motivo, quedan en lugares de poco acceso, muchas veces son olvidados. También pueden aparecer en posiciones incorrectas, de forma tal que se vuelca el agua y no llegan a cumplir su cometido de cubo.
El otro lado de esta moneda es que es posible la existencia de cubos de fácil acceso, prácticos, con un tamaño que estimula su uso, sin la necesidad de golpear varios y sacar dos o tres juntos cuando hace falta uno solo. Cada cubo es una oportunidad.
La diferencia entre las dos cubeteras no es menor. Es fundamental. Más allá de sus puntos en común, ambas se basan en filosofías distintas, y esa diferencia se nota, en mayor o menor medida, en cada uso, en cada enfriamiento, en cada llenado, en cada bebida que se toma con hielo. Es importante entender cómo es cada una para poder tomar una decisión informada, y no arrepentirse cuando es demasiado tarde.