La selva dialoga con las cataratas

—¿Podés dejar de salpicarme?
—Lo hago por tu bien. Si no llegara mi agua, no serías selva, serías desierto.
—Pero puede llegar sin que me salpiques. Tengo subsuelo, no sé si sabías.
—Lo siento, pero si querés que llegue agua a tu subsuelo debe bajar por alguna de mis cascadas.
—¿Y no podés hacerla bajar más suavemente?
—Yo no soy responsable de eso. Sólo soy la catarata. Vas a tener que hablar con el agua, o con la gravedad.
—Ya sé, el tema es que no me contestan. ¿Tenés alguna llegada a ellos?
—No, ellos son los que tienen llegada a mí.
—Bueno, está bien, tendré que arreglarme por mi cuenta. Creo que voy a hacer crecer una fila de árboles a los costados del río.
—No, si hacés eso dejan de venir los turistas.
—Qué querés, no soy responsable de eso. Hablá con los turistas.
—Ta bien, voy a ver si puedo salpicar menos. Qué desastre, ya no se puede estar en paz sin que vengan los vecinos a protestar por cada detalle. Esto en Europa no pasa.