Literatura argentina

Yo puedo ser argentino, y estar en Argentina. Eso no implica que haga literatura argentina. Lo que escribo no tiene por qué tener nacionalidad. Puedo escribirlo en Argentina o en otro país, pero esa circunstancia no hace que el resultado sea más o menos argentino.
No quiero que me estudien en las materias de literatura argentina de las facultades. O peor, en las de literatura latinoamericana. Sería un fracaso que lo que escribo pudiera ser categorizado así de fácil. Estoy seguro de que a los grandes exponentes que estudian en esas materias no les gustaría nada si supieran que su obra terminaría siendo reducida a tan poco, a lo que se supone que son por su nacionalidad, en lugar de ser valoradas por lo que son.
No sé cuáles son las características de la literatura argentina. Ni me interesa saberlas. Si no cumplo las normas arbitrarias que los académicos quieren que cumpla para que su vida sea más fácil, no me importa. Y si las cumplo, no es por una intención. Si la obra de gente que está en el mismo país se llega a parecer en algún aspecto a la mía, no es mi responsabilidad.
Hay que decirlo. La nacionalidad de la literatura no tiene por qué existir. Tampoco tiene por qué existir la de las personas, pero no me quiero meter en ese matete ahora. Lo que importa es que no quiero hacer literatura argentina. Me niego. Y me cago en los que puedan pensar que eso es muy argentino, si es que existen. No me interesa escribir para catalogadores que no quieren hacer otra cosa que llenar prolijos casilleros. No se dan cuenta de que esos casilleros sólo existen en sus mentes, y están tratando de forzar en alguno de ellos cosas que están afuera, sin esas restricciones, y que no tienen por qué tener la forma que ellos esperan.
No me interesa formar parte de esas clasificaciones de nacionalidades o géneros. Porque con los géneros pasa lo mismo. Si una obra mía es de ciencia ficción, no será algo que decida yo de antemano. Será fortuito. Y si parece de ciencia ficción pero no es, no es que me equivoqué. Si no colmo esas expectativas, no es problema mío.
Lo que me interesa es hacer lo que tengo ganas. Que lo reciban los que quieran, que lo ignoren los que no quieran. No estoy acá para complacer formas preexistentes ni conceptos a los que uno puede o no amoldarse. Y tampoco estoy para ocuparme de no complacerlos. No me interesan, ignoro todo al respecto y pretendo mantenerme afuera de esas clasificaciones.
Por eso lo repito: no quiero que lo que hago se conozca como literatura argentina. Y, la verdad, tampoco estoy tan seguro de que quiero que lo consideren literatura.