Marionetas

La marioneta se mueve con gran destreza, pero en realidad no. Es el marionetista quien dicta sus movimientos a través de los hilos que la sostienen.
Eso es lo que cree el marionetista. Pero no es tan así. Para hacer que la marioneta se mueva, debe mover sus manos de maneras determinadas. Usa su destreza pero no tiene libertad total. La marioneta, así, controla los movimientos del marionetista.
Hay quienes piensan que el marionetista, a su vez, es manejado a control remoto por alguna inteligencia superior que no le ha dado libre albedrío. Sin embargo, ocurre aquí lo mismo que en el caso anterior: la inteligencia superior debe estar al servicio de las inferiores, o de otro modo todo el esquema se estropearía.
Los que manejan al mundo como marionetas tienen el mismo dilema. Deben estar siempre vigilantes, para evitar que se les vaya de las manos, y deben mover esas manos de la forma que les dicta la conducta de los demás. Ellos manejan al mundo y son también manejados no por una inteligencia superior, sino por los que ellos creen manejar.
Pero a no engañarse. Esta situación no implica que las marionetas tengan poder. Siguen siendo marionetas, y el marionetista las sigue manejando. Sólo se ve aquí la limitación que supone ser marionetista.