Mi vida como herramienta

Soy actor. Soy parte de una obra artística. Soy una herramienta para comunicar un mensaje. Trabajo en armonía con otros elementos, como la escenografía, la utilería y los otros actores.
Nos coordina un director. Nosotros hacemos su voluntad. Todos formamos una voz unificada, que es la de él. Él nos moldea de la mejor manera posible para formar una entidad superior a todos nosotros, la Obra. Mis movimientos son los que él quiere. Pero ojo, los hago yo. Ése es mi aporte. Yo hago los movimientos que el director quiere en el momento en los que quiere. Tengo una pequeña ventana para modificarlos, dentro de los lineamientos que nos da en los ensayos. Si me paso, él me avisa y me rectifico para volver a ser parte del mensaje.
No sirvo para cualquier cosa. Por eso tuve que pasar por un casting, en el que fui elegido porque al director le pareció que era la herramienta que necesitaba para su Obra. Pero mi estado natural no era exactamente lo que se necesitaba. Hubo que modificarme. El director me modeló. Me dio un vestuario y un guión, y también me dijo cómo interpretar ese guión. Yo ya tenía una interpretación en vista, y lo que hice fue unir la mía y la de él.
Ése es mi aporte. Si no pudiera hacerlo, no sé si estaría acá todos los viernes y sábados, actuando la misma obra para públicos distintos. Tal vez encontraría algo mejor para hacer. Pero tengo un compromiso con la obra. Sin mí no se puede hacer. Entonces, quiera o no tengo que estar en todas las funciones. Seguiré siendo la herramienta adecuada para que la Obra llegue al público.