Mis opiniones minoritarias

Sé que no es una opinión muy popular, pero no tengo ganas de ser pobre. No sé, estoy enterado de que tendría que pensar lo contrario. Pero no me sale. Mis impulsos son opuestos. No me sale pensar que la pobreza es una virtud. Me sale querer alejarme no de los pobres, sí de la pobreza. Está claro que los que pensamos así somos una minoría. Me gustaría saber en qué me equivoco.
Por alguna razón, sinceramente, la abundancia me gusta. Me parece algo a lo que vale la pena aspirar. No el desperdicio que a veces va con la abundancia. Eso no. Pero se me ocurre que tal vez tener muchas opciones para elegir puede ser algo bueno. Tengo claro que eso no es lo que piensan los que tengo alrededor. Pero qué sé yo, no me han convencido.
Es, tal vez, un instinto del que tengo que salirme. En una de ésas no lo pensé suficiente, y una vez que lo haga voy a preferir lo que prefieren los otros. Las cosas obligatorias, las elecciones fáciles de cuando hay una cantidad limitada de opciones. No sé. El instinto me dice lo contrario. Me dice que está bueno, por ejemplo, tener plata para comprar distintas cosas. Para no tener que estar eligiendo todo el tiempo. No me pide un uso irresponsable, para nada, pero capaz que igual soy irresponsable cuando quiero tener cosas.
Las posesiones son algo que hay que rechazar, lo sé, pero a mí me cuesta. Me gusta tener objetos. No cualquier clase de objetos, claro que no. Algunos, de todos modos, sí, y puede que no sean objetos absolutamente necesarios para la vida. Son gustos que me quiero dar. Durante algún breve momento tal vez hagan más alegre mi existencia.
Y sí, entiendo que si mi existencia se alegra con la posesión de algún objeto material, tal vez algo falle en mi persona. Pero no sé, por ahora no los puedo evitar. Soy humano. Igual voy a seguir trabajando en mejorarme a mí mismo, así un día, tal vez, puedo llegar a ser como ustedes.