Ojo con los lentes

Me dormí imprevistamente, sin ninguna ventilación a pesar del calor que hacía. Como no sabía que me iba a dormir, no me saqué los anteojos. Resultó una siesta muy larga. No me desperté hasta el día siguiente.
Cuando me desperté, mis lágrimas se habían solidificado. Eran muchas más que las habituales y encima se habían mezclado con el sudor que se produjo al no tener ventilación. Me levanté y fui al baño para lavarme la cara. En ese momento me dí cuenta de que aún tenía los anteojos puestos.
Me los quise sacar pero no pude. Intenté otra vez porque pensé que estaba medio dormido, pero tampoco lo logré. Entonces miré con atención y vi que mis anteojos estaban unidos a mis ojos. Parece que las lágrimas, al solidificarse, se unieron al cristal.
Aunque no me podía sacar los anteojos, veía bien. Supongo que porque los tenía puestos. Pero quería poder quitármelos, así que fui a ver al oculista para que me solucionara el problema.
El doctor intentó extraerme los anteojos y se encontró con el mismo obstáculo que yo. Probó varias fórmulas, que en general consistían en colocarme gotas en los ojos, algo difícil por la presencia de los lentes. Al final me pidió que lo acompañara al consultorio de al lado, donde atendía un dentista. El odontólogo, al ver mi problema, decidió arrancarme los anteojos utilizando el mecanismo hidráulico de la silla, mientras él los sostenía con su instrumental.
El método fue tan exitoso que no sólo logró sacarme los anteojos, sino que con ellos salieron los ojos, que siguieron unidos a los lentes. Debo decir que me dolió mucho menos de lo que hubiera esperado. El oculista me pidió que se los prestara, para tratar de separarlos ahora que podía manipularlos más fácilmente. Pero me negué, porque no quería quedarme un tiempo sin ojos. Preferí mantenerlos así, me pareció práctico.
Desde entonces, cuando voy a dormir siempre me acuerdo de sacarme los anteojos y con ellos salen los ojos. Ya no me preocupo por oscurecer el cuarto, me basta con guardarlos en una caja. Cuando me levanto, luego de lavarme la cara, me pongo los ojos y comienzo mi día.