Pare la mano, Julio

A ver cuándo el señor Cortázar se deja de interferir con mi literatura. Esto ya es inaceptable. Cada vez que escribo algo, resulta que el señor Cortázar agarra y lo escribe antes. Eso no está bien.
¿Se piensa, señor Cortázar, que es piola? No, así cualquiera. Deje de reclamar para sí mis ideas. Porque no sólo se queda con las ideas, sino con la fama. De modo que cada vez que alguien lee algo que escribí, dice “ah, como el de Cortázar”.
Yo no tengo la culpa de tener estas ideas, ni de haber nacido después que usted. ¿No son igual de válidas las cosas que escribo yo, por más que usted se haya adelantado? No tiene ningún mérito adelantarse a mí cuando desarrolla su carrera décadas antes. Ya lo dije y lo repito: así cualquiera.
Después se la da de culto, de sofisticado, de refinado, cuando en realidad las ideas que tiene son las mías. Y yo no soy culto, refinado ni sofisticado, así que tener las mismas ideas que yo no implica que usted sea mejor. Implica sólo que vivió antes, y tuvo tiempo de que se le ocurrieran cuando yo estaba en un ostracismo forzoso, sin poder salir a la luz.
No quiero quedarme con todo su esfuerzo. Comprendo que tal vez se le ocurran sinceramente. Sólo le pido que me deje algo. Que alguna vez, si no es mucha molestia, me deje alguna idea para mí. Total usted ya tuvo muchas. A ver, señor Cortázar, si me deja acceder aunque sea un poquito a la gloria.