Polvo de mochila

No sé si mi mochila viene del polvo. Seguramente viene de China, y no sé qué materiales usan para fabricarla. Pero sí sé que va hacia el polvo. Lo veo todos los días. Cuando saco cosas, salen cubiertas de polvo de mochila. El viaje en su interior deja huellas.
A veces, el polvo vuelve a la mochila. Nunca todo. El polvo es, por naturaleza, huidizo. Y por eso cada vez queda menos mochila. La pared que alguna vez fue robusta se va haciendo levemente más fina con cada partícula que escapa.
No sé cuánto tiempo queda hasta que la mochila deje de ser mochila. Es inexorable, tarde o temprano perderá sus propiedades de transporte de objetos, y tendré que comprar otra.
Como no sé en qué momento exacto ocurrirá eso, me encuentro que vigilo la espalda, a ver si sigo teniendo la mochila. Temo que algún día se desintegre por completo y todo lo que llevo caiga a la calle, dejándome sólo con la correa que sostiene su recuerdo.