Postre Royal

Lo principal es la piel. La piel es lo que entra por los ojos. El delicioso interior seguiría existiendo si no estuviera, pero no sería tan atractivo. Lo que quiero es conservar la piel. Me gusta tocarla con suavidad. Acariciar el postre. Saborearlo antes de saborearlo.
Una buena anticipación no reduce el placer. Lo estimula. El postre debe estar a la temperatura adecuada. Las preparaciones tienen que hacerse algunas horas antes. No se puede inventar un postre de un momento a otro, porque el postre es delicado, y requiere dedicación, como cualquier postre que se respete a sí mismo.
Es importante el contacto con la piel. No hay que usar herramientas dañinas, como una cuchara, que puedan romperla. El postre debe comerse de una manera más minuciosa. Más íntima. Hay que acariciarlo, de manera que se despegue de su molde, porque lo que se debe hacer, por sobre todo, es sacarlo del molde. Para lograrlo, lo mejor es tocar la piel con la yema de los dedos, haciendo un movimiento delicado, un masaje, que tenga por objetivo separar el cuerpo de su tazón. De esta manera, con sólo un deslizamiento, el postre quedará al descubierto.
El paso siguiente es darlo vuelta. Volcarlo sin violencia, o con la violencia necesaria, sobre la palma de la mano. De esta manera, quedará piel contra piel. Si el procedimiento anterior se hizo bien, no habrá muchos problemas para retirar el tazón y hacer que el postre quede firme sobre la palma.
Queda con las partes más vulnerables a la vista. Ahora es el momento de involucrar a la lengua. El postre debe ser lamido con suavidad. La boca se acerca a la mano, o la mano a la boca. Es lo mismo. Lo importante es rodear el postre, que no se caiga ningún fragmento. Mantener la estabilidad sobre la mano.
Con los movimientos de los labios y la lengua, el postre se va consumiendo. El placer se hace cada vez más intenso. La duración no está determinada. Algunos, ansiosos, llegan muy rápido al final. Otros se dedican a saborear más, y lo estiran.
Al consumir todo el interior, se llega a una barrera. Ofrece algo más de resistencia. Es la piel, que ha soportado contra la palma el peso de todo el postre. La piel es lo más importante, por eso se deja para el final. La piel concentra todo lo bueno. El resto más sabroso queda adherido a ella. Es imprescindible lamerla intensamente, una y otra vez.
La lengua hará cosquillas sobre la piel. Es en este momento cuando más riesgo hay de pequeñas lastimaduras. No es importante. La piel posee una concentración de sabor muy alta, y lo disfrutable es llegar cada vez más allá, hacia picos no pensados, tal vez desconocidos, o nunca antes sospechados.
Cada tanto es necesario interrumpir brevemente para respirar. Llegará, finalmente, el momento en el que sólo quedará la piel. Es un momento de calma, luego de la acción agotadora. La piel queda exhausta, y ya se puede separar de la palma, que queda manchada por las acciones laterales. Si la palma no se mancha, se está obrando mal.
Durante el descanso, lo más aconsejable es masticar, de a poco, la piel.