Respeto tu opinión

No tenemos por qué opinar lo mismo. Si todos opináramos lo mismo, además de aburrido sería sospechoso. Es bueno que discrepemos. A través de las diferencias podemos conocernos mejor. Podemos ver qué otras opciones hay. Incluso podemos descubrir que lo que opinamos está mal, y persuadirnos mutuamente, siempre a partir del sano debate de ideas.
Por eso no me asusta que vos opines lo opuesto que yo. Al contrario: lo considero enriquecedor. La idea es que charlemos, siempre desde un marco de respeto mutuo, porque no debemos dejar de tener en cuenta que, ante todo, somos personas. Dos seres humanos, sin que uno sea mejor que el otro, válidos por igual.
En nuestro caso, vos pensás que el Holocausto nunca ocurrió. Que es una mentira perpetrada por un grupo de conspiradores. Yo pienso lo contrario. Para mí sí ocurrió. Yo respeto tu opinión. Porque te respeto a vos. Y a través de ese respeto, estoy seguro de que vamos a poder entendernos. A través del libre intercambio de ideas, vamos a poder establecer exactamente dónde están nuestras diferencias.
Puede que cueste, pero estoy dispuesto a hacer el esfuerzo. Quiero escucharte. Voy a tratar de persuadirte, desde un lugar de respeto, de que mi posición es la más razonable y compatible con los hechos. Confío en que vos vas a tratar de hacer lo mismo. Tal vez lo logres. Estoy abierto a eso.
Estoy seguro de que, si dialogamos, vamos a lograr encontrar los puntos que tenemos en común. Y eso nos va a enriquecer a los dos.