Cursos de ascensor

Aprenda a sacarle el máximo provecho a su ascensor. Conviértase en el mayor experto en ascensores de su edificio. Aproveche nuestra variedad de cursos de ascensor:
Rudimentos del ascensor
Qué es un ascensor. Cómo funciona. Diferencia entre un ascensor y un montacargas. Cómo se usa. Cómo saber si está en uso. Qué botón debe presionar para llegar al noveno piso si se encuentra en la planta baja. Qué botón debe presionar para volver a la planta baja. Cómo se operan las puertas. Cómo se usa la botonera única para ascensores múltiples. Cómo determinar el peso máximo permitido por un ascensor.
Ascensor avanzado
La alarma: cómo se usa y adónde está conectada. Cómo detener el ascensor en cualquier momento. Cómo trabar las puertas. Cómo andar con las puertas abiertas. Aprovechamiento de la botonera completa. Cómo escapar durante una emergencia. Ética y deontología del ascensor.
Mi primer ascensor – curso para niños
Cómo llamar al ascensor. Concepto de llamado. Cómo presionar un botón. Cómo llegar a los botones más altos. Precauciones de seguridad para las puertas tijera. Diferencia entre ascensor y escalera: teoría y práctica.
Sáquele el jugo a su ascensor
Los más variados trucos para el uso del ascensor. Cómo determinar cuál de los ascensores es el más cercano. Cómo sacarse de encima a vecinos molestos. Cómo hacer para subir sus compras en el ascensor sin subir usted. Cómo mantener abiertas las puertas automáticas sin interponer las manos. Cómo calcular el tiempo de viaje exacto.

Cómo gritar un gol

  1. Hágase hincha de un equipo de algún deporte con arcos, preferentemente fútbol.
  2. Determine el día y la hora de un partido de ese equipo.
  3. Concurra al estadio o mire el acontecimiento por televisión.
  4. Siga con interés las circunstancias del partido. Cuando ve que es posible que la pelota entre en el arco del equipo contrario, llénese de anticipación.
  5. Si la pelota no entra, exhale su entusiasmo mientras grita “uh”. Ojo: no es un suspiro, hágalo con fuerza.
  6. Cuando el tanto es marcado, grite “gol” con todas sus fuerzas. Puede acompañar el grito con un movimiento de sus brazos, incluso puede saltar de su asiento, si es que se mantenía sentado.
  7. El grito debe salirle de la garganta, porque debe ser una reacción instintiva. No tendrá tiempo para colocar el aire de la manera más apropiada. Si ve que su garganta no hace esfuerzos, quiere decir que está pensando antes de gritar el gol. Si tiene que pensar antes de gritar el gol, lo está haciendo mal. Espere hasta el siguiente gol y vuelva a intentarlo.

Después de todo

¡Aaaaaaarrrgggggghhhh! ¡Me dieron! ¿Dónde me dieron? No sé, pero claramente me dieron en algún lado porque no puede dolerme más. ¡Ay! Tengo todo el torso ensangrentado. Voy a morir. Qué lástima. Este va a ser el último lugar que vea, no voy a poder volver a ver a mi familia, a mis amigos, todo termina acá. Por otro lado, es un momento trascendente. ¡Ay, qué dolor! Pronto sabré qué hay del otro lado, y si hay algo. Espero que haya, porque si no estoy en problemas.
¡Qué manera de perder sangre! No sabía que tenía tanta. Me parece que así no voy a durar mucho. Si tan sólo me hubiera inclinado hacia el otro lado, no estaría así. Podría haber escapado. Pero no tiene sentido lamentarme, ya me dispararon, no hay vuelta atrás.
Qué raro, no me está pasando toda la vida frente a mis ojos. ¿Querrá decir que no moriré? No creo, es difícil sobrevivir a esta herida. Pero lo cierto es que todavía no morí. Tal vez si sigo consciente de eso, pueda alargar mi existencia. ¿Funcionará la muerte como el insomnio? No creo que sea tan fácil, pero vale la pena el intento.
¿Cómo me daré cuenta de que morí? ¿Cuál será mi último pensamiento? ¿Será éste? Evidentemente no. Espero que tampoco sea éste.
¿Cuánto falta para que me muera? ¿Cómo será la muerte? ¿Veré todo negro? ¿Cómo era antes de que naciera? ¿Será igual?
Me parece que a esta altura ya tendría que estar muerto. Ya pasaron varios minutos y cada vez me duele más. La sangre no para de salir, ¿cuánta me quedará? ¿Llegaré a ver a alguna persona más en lo que me queda de vida?
A ver, si me relajo un poco tal vez me duela menos. Pero no tengo fuerza para relajarme. Se ve que ya perdí mucha sangre. Voy a dejar de mirarme la herida, a ver si psicológicamente me duele un poco menos. No, nada. Qué lástima terminar así, muerto de un tiro. Qué lástima no poder conocer a mis nietos. Espero, por lo menos, no dejar pensamientos inconc
 

FIN

Autocuestionario

1. ¿Qué pregunta le gustaría que le hicieran?
2. ¿Cuál sería su respuesta a esa pregunta?
3. Justifique esa respuesta.
4. ¿Su respuesta sería sincera?
5. ¿Qué repregunta le parece que sería apropiada?
6. ¿Tendría una respuesta adecuada para esa repregunta?
7. ¿Qué pregunta no desea que le hagan?
8. ¿En qué clase de aprietos se metería si se la hicieran?
9. ¿Por qué no habría de preguntársele?
10. ¿A qué autoridad habría que llamar si usted contestara incorrectamente una pregunta comprometedora?
11. ¿Qué justificación moral tiene para todas las respuestas que acaba de dar?
12. ¿Ya contestó todas las preguntas?

Choqué con la bici

Venía con la bicicleta a una velocidad que tal vez era excesiva, pero de cualquier modo era una bicicleta, no un 747. Se ve que el camino tenía alguna imperfección, porque en un momento me encontré con que me estaba cayendo.
Hice rápidos esfuerzos por evitar la caída, pero era tarde. El descenso era inevitable. La bicicleta y estábamos tomando caminos diferentes hacia el mismo destino.
Quise ver qué era lo que había provocado ese desenlace, pero decidí que lo mejor era tratar de protegerme antes del golpe. Vi los pocos centímetros que tenía por delante hasta el suelo. Estaba claro que lo mejor era tratar de caer de la manera menos perjudicial que pudiera. Buscar un ángulo menos agresivo, tratar de ir hacia una parte blanda del terreno, tratar de proteger las partes más sensibles de mi cuerpo con las más resistentes. Pero no tenía tiempo para esas maniobras. La caída era demasiado vertiginosa como para poder cambiar algún detalle del trayecto. Sólo podía observarla en cámara lenta, ver cómo el asfalto se hacía cada vez más grande.
Entonces me resigné a caer. Extrapolé qué podía pasarme y cuáles serían los pasos a seguir una vez consumado el impacto. Me preocupé por mi cuerpo (no llevaba demasiada protección) y también por lo que le pudiera pasar a la bicicleta. Pensé que era un poco ilógico preocuparme por la bicicleta justo en ese momento, pero hasta pocos momentos antes la había sentido como una extensión de mi cuerpo.
“¿Qué me puede pasar?” pensé. “No me va a doler tanto. El ángulo que llevo me va a hacer golpear un poco, pero estoy seguro de que es mayor el susto”. El problema era que el susto no era algo que se me fuera a pasar así nomás. No tenía control sobre mi trayectoria, menos iba a tener control sobre mis emociones.
Elegí entonces la única opción disponible: registrar cada movimiento en mi memoria. Sabía que estaba viviendo un momento difícil de repetir voluntariamente. Era probable, también, que la gente me preguntara qué me había pasado. Y no quería tener que reconstruir los hechos, cuando todavía estaba a tiempo de rescatarlos.
Es por eso que ahora estoy en condiciones de contarlo.

E pluribus unum

En nuestra empresa solemos hacer las comunicaciones por escrito en plural. Aunque seamos una sola persona, referirnos a nosotros mismos de esa forma da la idea de que hay una organización que respalda al cliente.
Nos referimos en singular al cliente, a pesar de que son muchos. Ocurre que decir “los clientes” sería demasiado general y también iría en contra de la atención personalizada que nos enorgullece. A veces el cliente está conforme con nuestro servicio, y otras veces el cliente se queja. Es porque no podemos satisfacer a todas las personas, y a veces existen los problemas.
Pero cuando el cliente queda satisfecho, a veces nos entrega obsequios, y como piensa que somos varios no envía uno solo. Suele ser una satisfacción, porque el cliente tiende a ser grandes empresas con la posibilidad de hacer buenos regalos.
La desventaja es cuando viene el ente recaudador a inspeccionar la empresa porque piensa que hay empleados en negro. Nosotros insistimos en que no es así y que estamos solos, pero en general toma tiempo para que el ente nos crea. (Decimos “el ente recaudador” para simplificar, en realidad hay varios entes recaudadores, cada uno de los cuales tiene sus propias reglas y sospechas individuales.)
Alguna vez, en épocas de mucho trabajo (en realidad fue una sola época), hemos pensado en tomar una persona para que nos ayudara en las tareas. En ese momento empezamos a dudar de cómo nos tendríamos que referir a ambas personas si fuéramos dos. Usar el plural tendría más sentido, pero no nos convencía, ni nos gustaba perder el juego de palabras que venía satisfaciéndonos desde la fundación de la empresa.
Al final nos decidimos por la medida adulta de dejar de lado el juego y contratar un empleado, o unos empleados. Pero justo en ese momento el país entró en recesión, el trabajo (en realidad, los trabajos) se redujo y apenas nos alcanzaba para mantenernos a nosotros mismos.
Es por eso que, hasta el día de hoy, seguimos siendo uno solo.

El abecedario

Para poder ordenar las palabras, se necesita primero establecer un orden general para las letras. Por eso se ha establecido una secuencia que se denomina “abecedario” o “alfabeto”.
El orden comienza con la letra más importante del idioma castellano y de las lenguas romances: la A. Su forma triangular es un pilar sobre el que se apoyan las otras letras. En español, la A se pronuncia como suena: a. En otros idiomas, en cambio, se pronuncia de diferentes maneras aunque se escribe igual.
Sigue la B. Existen dos de ellas, con un sonido similar. Para diferenciarlas mejor se denominan “be larga” y “ve corta”, aunque parezca redundante por escrito. El alfabeto las separa para que que una quede cerca del inicio y la otra cerca del final.
La C también tiene otras letras con el mismo sonido, que son esparcidas por el abecedario. Es importante que no estén juntas, para evitar más confusión de la que ya hay. La C tiene forma de cuarto creciente, es fácil recordarlo porque “creciente” empieza con C y “cuarto” también. Anteriormente estaba seguida por la letra CH, que tenía un sonido distinto y ocupaba dos caracteres. Por lo tanto, se la ubicaba a continuación del primero de ellos. Hoy las letras que ocupan dos caracteres no son tales, y por lo tanto el abecedario se ha modificado. Esto es atinado, porque evita que tenga que llamarse abecechedario.
Como resultado, la nueva ubicación de la D genera un atractivo efecto de espejo con la C, aunque sus sonidos no tengan nada en común. Está seguida por la E, última vocal de más de un trazo, y la F, que es como una E sin uno de esos trazos. Se encuentran aquí dos coincidencias de forma seguidas, y no serán las únicas.
Por otro lado, la G y la H están juntas por contraste. Una de las letras con sonido más distintivo y dibujo más complejo precede a la letra muda, cuya forma representa una estructura que deja pasar el aire casi intacto, sin modificar el sonido.
Después de la H aparece la vocal más fina. La I tiene un sonido agudo, acorde a su forma. En su versión minúscula se le coloca un punto, al igual que a la letra siguiente, la J. No es casualidad que ambas letras con punto estén juntas, sino que la J es un derivado de la I, a tal punto que en el italiano todavía se la llama i lunga.
La K es la undécima letra del abecedario, y se le dio ese lugar porque está bastante alejada de las que tienen sonido similar, la C y la Q. La sigue la L, que en un momento tenía a otra letra doble, la LL, como acompañante. Los tres caracteres pertenecientes a ambas letras formaban el dibujo LLL, o sea tres ángulos rectos consecutivos, que contrastaban con los tres ángulos agudos consecutivos de la letra siguiente, la M. Hoy, debido a la supresión de la LL, ese equilibrio angular está desbalanceado. Más aún si se toma en cuenta que la letra que sigue a la M es la N, que posee dos ángulos agudos más. De todos modos, agrupar a ambas letras es natural, porque además de sus formas parecidas tienen sonidos bastante similares. En el idioma castellano, la N viene acompañada por la Ñ, fonema exclusivo del español que permite, por ejemplo, escribir la palabra “español”. Como deriva del uso de dos enes, se la ha colocado a continuación de la letra que la engendró, al igual que ocurre en casos similares.
A continuación llega el momento de acomodar una de las dos vocales que faltan. Se ha decidido que la O es la letra que sigue. La O no es seguida por la Q, como debería ocurrir, sino que se encuentra en este sector una intrincada yuxtaposición. La O y la P son seguidas por dos letras que son iguales a ellas pero incorporan una línea oblicua en el extremo inferior derecho, con orientación hacia ese extremo. Nacen así la Q y la R. Gracias a esta anomalía, la Q está a la misma distancia de la K que la K de la C, lo que se genera una simetría de letras similares que da al alfabeto español una elegancia de la que otros, gracias a no tener Ñ, carecen.
Un interesante contraste se da en el siguiente par. La S es una letra que serpentea como representación del modo en el que algunas personas pronuncian su sonido. Ese serpenteo es continuado en el trazo superior de la T, que luego lo interrumpe con un ángulo recto en el medio de la letra. La T, a su vez, forma un efecto trampolín con la U, generando así un vacío que implica, tal vez, que después de ella no habrá más vocales.
Otro efecto notable es el que se da a partir de la U, que es seguida por la V. Originalmente eran la misma letra, y con el tiempo se ha dividido en dos. Pero la V también tiene su letra doble, como la LL, que sin embargo ha evolucionado hasta convertirse en un solo carácter: la W (llamada “doble ve” o “doble u” debido a su doble origen). En el español es una letra que se mantiene más que nada para generar compatibilidad con otros idiomas en los que es notoria, y para que la gente que se llama Wálter pueda escribir su nombre.
Si se agrupa los trazos que forman la W de manera que tengan simetría horizontal y también vertical, se obtendrá una X, formándose así es la siguiente letra. Tiene en común con la W el hecho de que recibe poco uso, como se puede ver al consultar cualquier diccionario, y ni siquiera se la emplea como parte de su propio nombre. Pero su doble simetría la hace única entre las letras de más de un trazo, algo que merece ser destacado. Es por esta simetría que el popular juego Ta-te-ti utiliza la X y la O en lugar de, como podría deducirse del nombre, la T.
La penúltima letra del alfabeto se denomina “i griega”, completando el grupo de las tres letras seguidas que no se usan para escribir sus nombres. La Y puede ser utilizada como vocal, pero oficialmente es considerada una consonante.
El alfabeto concluye con la Z, en lugar de una letra menos utilizada, porque se creyó oportuno terminar con un fonema de cierto uso, para que las últimas letras no se terminaran de caer del abecedario por falta de atención. La Z, sin embargo, no es relegada al olvido. Ser la última letra le da mística, una atención especial que de otro modo no tendría.

Color falso

La caja negra no es negra.
La salsa blanca no es blanca.
El humor negro no es negro.
El cuarto oscuro no es oscuro.
Las nubes negras no son negras.
El vino blanco no es blanco.
Las armas blancas no son blancas.
La Casa Rosada es salmón.
Las rosas son rojas.
Las violetas son azules.
Barba Azul no tenía barba azul.
La green card no es verde.
El Cerro de los Siete Colores no tiene siete colores.
El panda rojo no es un panda.

Mis impulsos genocidas

Hay veces que me dan ganas de matarlos a todos. Pero debo controlarme. No quedaría bien. ¿Qué pensarían los sobrevivientes? Seguramente me resentirían durante años. Y no es práctico hacerse tantos enemigos.
Aparte, muchas veces me dan ganas de matarlos a todos, pero después se me pasa. Si lo llevara a cabo seguro me arrepentiría y tendría que vivir con la carga de lo que hice.
Es bastante difícil matarlos a todos. Mucho quilombo. La verdad, no tengo ganas de dedicar tiempo a todos los planes que requeriría una acción de semejante envergadura. Aparte es difícil lograr que no se filtre nada, porque necesitaría una cantidad de cómplices que pueden abrir la boca. Ellos deberían ser los primeros en ser matados, pero hacerlo de esa manera complicaría las cosas.
Es así. Tengo que controlar mis impulsos genocidas. No diría que nada bueno puede venir de ellos, pero está claro que tiene ventajas y desventajas. Por el momento lo voy a evitar.

Otra vez lo mismo

Lo mismo llevaba la trama del texto, hasta que apareció este último. Este último (es decir, este último) la recogió y se puso a trasladarla. Estaba muy confiado en su capacidad hasta que se topó con uno de ellos, que tenía ansias por llevarla. Entonces este último se la dio. Uno de ellos, muy contento, se dispuso a hacer la misma tarea. Pero no se había dado cuenta de que la cuestión lo seguía muy de cerca. Desde otro sector, también lo seguía el susodicho. Ambos llegaron a las cercanías de uno de ellos al mismo tiempo, y el mismo no sabía qué hacer. El mismo estaba viendo la escena, y quería posicionarse para ser el relevo de quien tomara la posta. Así que el susodicho y la cuestión se disputaban la trama. No habían solucionado la disputa cuando apareció aquél, la agarró y salió corriendo. Tras aquél fueron los tres, y a cierta distancia iba el mismo, que no se quería involucrar tan directamente. Pero aquél tuvo mala suerte: se chocó contra esto, quien le arrebató la trama y se la lanzó a lo otro. Ante el lanzamiento, los perseguidores quedaron fuera de carrera, porque lo otro estaba bastante lejos y se alejó aún más con gran velocidad. Sí lo pudo alcanzar la fecha, que andaba cerca. Lo otro le hizo entrega de la preciada posesión, y la fecha se la pasó a lo importante, que era, a su juicio, el indicado. Pero el indicado no estuvo de acuerdo, y se presentó ante lo importante para reclamar la trama. Como no se pusieron de acuerdo, acudieron a lo justo, que se decidió por sí mismo. Sí mismo hacía tiempo lo venía reclamando ante cada oportunidad. Y como cada oportunidad tenía muy buenas relaciones con lo justo, la decisión fue rápida. Por ese motivo fue sí mismo el que llevó la trama y se la entregó en tiempo y forma al fin.