El lugar más feliz de los autos

En la avenida Warnes los autos disfrutan de una total emancipación. Las normas de tránsito, que siempre limitan sus movimientos, ahí no se aplican. Los autos aprovechan y copan las calles y las veredas, gozando de la libertad que saben que no pueden encontrar en otros lados.
Sus dueños los llevan, no porque ellos quieran ir, sino porque saben que es bueno para ellos. Warnes es Autolandia, y los autos se divierten. Saben que, si llegan a tener algún problema, muy cerca hay alguien que los puede ayudar. Entonces no se preocupan, y dan rienda suelta a sus instintos.
Cuando los autos llegan a la zona, se palpa el descontrol. Quieren unirse a los otros autos, perder las rigideces, encontrarse con los otros autos que también se divierten. Andan en diagonal, marcha atrás, estacionan en dos, tres, cinco filas, esquivan a los otros. Es réquetedivertido.
Los conductores muchas veces los dejan en manos de otros conductores, nativos de la zona, que saben tratar a los autos de otra manera. Los autos, promiscuamente, disfrutan el cambio, les gusta sentir que les tocan los pedales con pies distintos. A veces van para que les hagan arreglos, pero no es como ir al médico. Es una experiencia inolvidable y positiva.
Los autos salen de Warnes renovados. Durante un buen rato los conductores no los reconocen. Saben que es el mismo auto, pero lo sienten distinto. Lo atribuyen a los repuestos que le pusieron. Pero no es así. Lo que ocurre es que los autos están volviendo de las vacaciones.