Deportes olímpicos

Deportes de arrojar cosas

Objetos varios

  • Tirar jabalina
  • Tirar martillo
  • Tirar bala de cañón
  • Tirar disco
  • Pasarse pluma con raqueta
  • Tirar flechas
  • Tirar tiros

Pelotas

  • Pasarla con una raqueta
  • Pasarla sin que toque el piso
  • Pasarla sobre una mesa
  • Embocarla en un aro
  • Embocarla con los pies
  • Embocarla muy lejos con un palo
  • Embocar con un palo en equipo
  • Pegarle y correr antes de que pique
  • Embocarla con las manos
  • Embocarla nadando

Deportes de llegar primero

Sin aparatos

  • Correr
  • Correr con obstáculos
  • Caminar rápido
  • Correr un montón
  • Nadar

Con aparatos

  • Andar en barquitos con vela
  • Andar en botes
  • Andar en botes chiquitos
  • Andar en bicicleta
  • Andar en tabla sobre el agua

Deportes de mostrar qué se puede hacer

  • Gimnasia
  • Tirarse al agua
  • Lograr que un caballo haga ejercicios
  • Levantar peso
  • Hacer cinco cosas distintas, una después de la otra
  • Nadar igual que el otro
  • Saltar para adelante
  • Saltar para arriba

Deportes de pelearse con otro

  • Pegarse con guantes
  • Pegarse con todo el cuerpo
  • Pelearse con espaditas
  • Pelearse como griegos
  • Pelearse como japoneses

Sin título

Hay artistas que no ponen títulos a sus obras. Las lanzan al universo, sin ninguna pista sobre de qué se tratan más que la obra misma. Y algunos consumidores de arte, particularmente aquellos que leen epígrafes en los museos, encuentran esa costumbre desconcertante.

La ausencia de título hace más abstractas las obras abstractas. En estos casos, es posible que sea una postura deliberada de los artistas. Aquellos que miran un cuadro pensando en un título específico suelen ver algo distinto que los que no. No usar título libera al espectador de ataduras, y permite que la obra llegue intacta a su imaginación.

En casos como ésos, la falta de título es parte de la integridad artística de una obra, y por lo tanto se justifica. Pero hay otros casos, en los que el artista directamente no supo cómo titular su obra. Hay galerías enteras de arte perfectamente representativo que están compuestas sólo por obras intituladas.

Cabe preguntarse, entonces, cómo se hace para catalogar la obra de un artista que no titula las obras. Es necesario un trabajo de seguimiento para identificar cuál es cuál. Las galerías pueden vender obras sin título y luego recomprarlas sin darse cuenta, porque no hay un registro objetivo de cada una.

Para llevar a cabo ese inventario, hace falta la ayuda de académicos. Estudiosos que analicen la obra del autor y asignen, por ejemplo, un número cronológico a la obra, basándose en sus conocimientos exhaustivos sobre el artista. De esta manera, se puede estandarizar una obra como ha ocurrido con Mozart.

Por supuesto, al tratarse de disciplinas académicas, diferentes personas pueden tener opiniones divergentes. Se producen polémicas interminables, que se reproducen a lo largo de generaciones, que dan como resultado catálogos disímiles de la misma obra, al tener diferentes criterios de clasificación y de interpretación.

Todo esto podría ahorrarse si el artista se molestara en poner un título a cada obra. Pero gran cantidad de artistas no lo hacen. Y tal vez, intencionalmente o no, esas discusiones les sirvan para alcanzar la inmortalidad.