El adulto que llevo dentro

El niño que llevo dentro lleva dentro al adulto que tenía dentro cuando era niño.
La transición a la adultez no fue instantánea. Empezó muy temprano y terminó muy tarde. O tal vez no terminó. La historia de mis pensamientos es una continuidad que tuvo muchos cambios. Hubo varias evoluciones, en las que pasé por distintos pensamientos a medida que los recibía o se me ocurrían.
Mi ser infantil procesaba la información en forma similar al adulto de ahora. Me hacía preguntas e intentaba contestarlas. Formaba modelos para entender el mundo. Contaba con menos elementos de comparación, y menos cosas que llegaban a mi campo, pero eso no significa que no los tomara en serio.
Siempre fui analítico. Miraba el mundo que me rodeaba y trataba de ver cómo funcionaba. Qué estaban pensando los demás. Qué quería decir lo que no entendía, y cómo una vez que entendía algo, muchas otras cosas pasaban a ser entendibles también. Aprender era maravilloso, y mucho más fácil cuando había aprendido muy poco.
No sé si miraba al mundo como un adulto. No sé qué es eso. Muchos adultos que conozco tienen miradas que podríamos llamar infantiles. Aunque tal vez sea un insulto a las mentes infantiles. Es mejor decir que muchos adultos que conozco tienen miradas que son muy similares a la que muchos adultos, incluso algunos de los mismos, esperan de los niños.
Después crecí. O mejor dicho, ya entonces crecía. Dejé atrás muchas cosas. Atravesé etapas sociales y corporales que dejaron huellas. Muchas teorías que había formulado para explicar el mundo fueron refutadas por la experiencia posterior. Otras continúan vigentes. Algunas que durante la infancia descarté por creerlas infantiles resultaron verdaderas. Ese proceso continúa. A veces vuelvo a ideas que había rechazado, otras veces rechazo dolorosamente ideas que duraron décadas.
Todo sin un punto en el que pudiera decir “hoy soy adulto, ayer no”, excepto desde un punto de vista legal y arbitrario. Entiendo ciertas restricciones, como la idea de que a cierta edad no se está lo suficientemente desarrollado como para votar. Sé que cumplir la edad requerida no garantiza que el desarrollo se haya producido, ni se vaya a producir. También sé que no hay una buena manera de medirlo, y por eso se usa un límite de edad más o menos arbitrario.
El asunto es que este adulto sigue pensando de formas similares a la de este niño. Es como si fuéramos la misma persona. Lo llevo dentro, como los anillos que indican la edad de los árboles. Y trato de valorar su opinión. De comparar lo que pienso con lo que hubiera pensado a otra edad. Ver qué puedo extraer. Después va a decidir el actual, como siempre ocurrió. Pero trato de buscar consenso en las decisiones importantes. De que todos los que fui estén contentos con lo que soy.

Charla modelo entre hombres

—Soy viril.
—Yo también soy viril.
—Yo soy más viril que ustedes.
—A mí a viril no me gana nadie.
—¿Ustedes piensan que saben lo que es la virilidad? Ésta.
—Les voy a demostrar inequívocamente que soy más viril que ustedes.
—¡Jamás! El más viril soy yo.
—No señores, acá todos compiten por el segundo lugar.
—Ayer tu vieja se dio cuenta de quién está en primer lugar.
—Salí de acá, sos pura cháchara pero a la hora de virilizar a vos no te ve nadie.
—Si no estuviera tan ocupado siendo viril me importaría lo que están diciendo y les contestaría.
—¿Se dan cuenta de mi virilidad o voy a tener que subir más la voz?
—No se gasten, no van a poder conmigo.
—Miren estas fotos de mis amantes. Fíjense quién es el más capo.
—Si necesitás mostrar las fotos sos un inseguro de mierda.
—Soy viril, soy más viril que ustedes y no hay nada que decir.
—No. Soy yo.
—No. Soy yo. Qué te pensás.
— Calma, muchachos. Aceptemos que somos todos igual de viriles.
—¡Puto!

Miguel de Palermo

Miguel de Palermo se llama Miguel y vive en Palermo. No es el único Miguel que vive en Palermo, pero es el único Miguel de Palermo. Es su marca registrada. Siempre se presenta como Miguel de Palermo, por más que su apellido es Gómez. Lo que pasa, explica, es que hay muchos Miguel Gómez, incluso hay varios en Palermo. Entonces necesita un alias más abarcativo.
Pero, ¿cómo lograr que los otros Miguel que viven en Palermo no se identificaran igual que él? Miguel de Palermo urdió un plan. Empezó a llamar a todas las radios para participar en los programas que invitaban oyentes al aire. No llamaba porque tuviera algún interés en el contenido de esos programas. Sólo le interesaba imponer su nombre. Y funcionó: no hay otro Miguel de Palermo que no sea él.
El método se popularizó. Muchas personas vieron la necesidad de registrar su nombre con su barrio, de manera que nadie se los pudiera usurpar. Se inició así un registro que incluyó nombres célebres como Diego de Martínez, Andrés de San Cristóbal, Romina de Once, Pedro de Pablo Nogués y Rosario de Córdoba.
Los que se llaman igual que ellos y viven en los mismos barrios ya no pueden hacer nada. Tienen que buscarse otro nombre, o vivir para siempre en el anonimato.

El gato Perro y el perro Gato

Tengo un perro que se llama Gato, y un gato que se llama Perro. Uno puede pensar que esto causa confusiones, pero es mucho menos grave que lo que parece porque ni el perro, Gato, ni el gato, Perro, saben que son perro y gato. Sólo fueron adiestrados para reconocer sus nombres, Gato y Perro.
Los animales no tienen consciencia de la especie a la que pertenecen. Ni siquiera saben que pertenecen al reino animal. Es posible que se den cuenta de la diferencia entre ellos y las plantas, pero es difícil que se separen mentalmente de otros objetos animados como los autos.
De manera que, cuando yo exclamo “vení, Gato”, muy obediente viene el perro. De la misma forma, el gato a veces se acerca cuando llamo a Perro. Esto no ocurre tan seguido porque los gatos tienden a ser más reservados en su comportamiento.
Los que sí se confunden son los vendedores de alimento para mascotas. Ocasionalmente voy a la veterinaria con mi gato. Varias veces me pasó pedir alimento para Perro y que me trajeran alimento para perro. Esa gente no funciona bien cuando uno la saca de su esquema.
Más grave fue cuando a Perro le dieron las vacunas que correspondían a Gato y viceversa. Pero eso se solucionó, ya pertenece al pasado.
Gato es muy peleador con los otros perros. Cree que la calle es su territorio. A veces al pasearlo encontramos otros perros y Gato se pone a ladrar como loco. Yo trato de apaciguarlo, lo acaricio detrás de las orejas y le digo “tranquilo, Gato”. Pero suelo tener que arrastrarlo con la correa hasta que se pierde de vista, o de olfato, el perro que Gato considera invasor.
Al que tampoco puedo enseñar bien la diferencia entre nombre común y nombre propio es a mi loro, Sultán. Si alguien visita con su perro, Sultán cree reconocerlo y exclama “Gato, Gato”.
Hoy estoy tratando de que disfruten sus últimos momentos juntos. Voy a tener que separarlos y quedarme sólo con Gato porque mi novia se viene a vivir conmigo y ella es alérgica a los pelos de Perro.

Cuáles son ellos

El mundo se divide en dos clases de personas: Nosotros y Ellos. ¿Cómo diferenciarnos? Muy simple: los que son como nosotros son Nosotros, y los otros son ellos. Es nuestro deber, como Nosotros, protegernos mutuamente y rechazar las invasiones de Ellos. Ellos quieren que Nosotros seamos Ellos, así somos todos Ellos, pero no podemos permitirlo. Tenemos que estar juntos para seguir siendo Nosotros.
El problema es que no podemos solos. Ellos son muchos más, porque hay distintos grupos de Ellos. Son todos los que no son nosotros. Por eso tenemos que aliarnos con algunos. Existen Ellos que son más Nosotros que otros Ellos. Con ésos tenemos que formar un grupo más grande un SobreNosotros que nos englobe, para poder enfrentar a los otros Ellos, que son muy peligrosos.
Pero no debemos olvidar que los que se alían a nosotros no son de Nosotros, sino de Ellos. En el fondo, también quieren que Nosotros seamos Ellos. Puede que vean a nuestra alianza como un paso adelante para su plan. Hay que tener cuidado. Debemos hacer esfuerzos para diferneciarnos, y para diferenciarlos. Vestir de otra forma, por ejemplo. Así podemos saber bien con sólo echar un vistazo cuáles son de Nosotros y cuáles son de Ellos. Porque no queremos confundirnos. Ellos y Nosotros somos fundamentalmente distintos, pero en el día a día no se nota y si no tomamos medidas preventivas podría ocurrir que nos mezcláramos. Y ellos dejarían de ser Ellos, al mismo tiempo que nosotros dejaríamos de ser Nosotros. No lo podemos permitir. Debemos evitarlo a toda costa. Es nuestra identidad lo que está en juego.