Historia de Juan y Pinchame

A pesar de ser amigos desde la infancia, Juan y Pinchame tenían personalidades muy distintas. La diferencia más notoria era que Juan era más aventurero, más lanzado. Pinchame, en cambio, era más conservador. Prefería evitar los riesgos, porque pensaba que no valía la pena jugarse en forma irracional.
Muchas veces Juan tenía ganas de realizar alguna actividad alocada y Pinchame le hacía ver que no era conveniente. Podríamos decir que le pinchaba las ilusiones. Pero no era ésa la intención de Pinchame. Por el contrario, tenía intención de divertirse. Sólo que su estándar de seguridad era más alto que el de Juan.
De cualquier modo, muchas veces Juan lo convencía de hacer ciertas cosas. Pinchame, por ejemplo, durante un tiempo se negaba a ir a una montaña rusa. Le parecía inútilmente riesgoso, decía que no valía la pena, pero en realidad tenía miedo. Juan insistió mucho, hasta que logró que fuera. Y no se sorprenderán al enterarse de que Pinchame disfrutó la experiencia. Sin embargo, no quiso repetirla. Una vez era suficiente para él.
Juan se frustraba, aunque respetaba las opiniones de Pinchame. Muchas veces iban juntos a algún sitio, y Pinchame se quedaba mirando a Juan mientras corría algún riesgo. Habitualmente Juan salía ileso, y reprochaba a Pinchame la actitud que él veía como amarga. Pero Pinchame no estaba de acuerdo. Decía que tarde o temprano Juan iba a tener un accidente, y él iba a tener que lamentar la muerte de su amigo.
Desgraciadamente, Pinchame tuvo razón. Aquel día de crecida, Juan quiso ir a nadar. Estaba verdaderamente insistente, entonces Juan y Pinchame se fueron al río. Pinchame se quedó en la costa, Juan se tiró a nadar. Pronto lo agarró una fuerte corriente que no pudo dominar. En poco tiempo, Juan se ahogó. ¿Quién quedó? El que había tomado la precaución de no correr riesgos.