Genérico

Ese viernes, Jorgito se levantó al sonar su despertador. Fue al baño y se afeitó, luego de cambiar el repuesto de su máquina de afeitar. También se lavó los dientes y se peinó, utilizando el gel capilar que acostumbraba a ponerse.
Una vez vestido, fue a desayunar. Desayunó avena arrollada, y la acompañó con jugo en polvo que había preparado la noche anterior. También comió un par de tostadas con queso crema. Luego volvió a lavarse los dientes, y estuvo listo para ir a trabajar.
Minutos después, lo pasó a buscar la combi que lo llevaba a su trabajo. Al subirse, se golpeó la cabeza con el borde de la puerta y se cortó. El conductor de la combi le curó la herida y le colocó un apósito protector. Durante el viaje, Jorgito se limpió la sangre de la cara con un pañuelo descartable. El golpe había sido bastante fuerte y le había producido un dolor de cabeza, así que cuando llegó a su trabajo lo primero que hizo fue preguntar a sus compañeros si alguien tenía una tableta de ácido acetilsalicílico.
En el trabajo, la pluma fuente que solía usar empezó a perder tinta y se le produjo una mancha en la hoja. La cubrió con líquido corrector y dejó de lado la pluma para pasar a usar un bolígrafo.
En el descanso de media mañana Jorgito se tomó una sopa instantánea, usando el agua caliente del dispensador que había en la oficina.
Cuando volvía de la pausa pasó por el departamento de diseño, donde un amigo estaba usando un software de retoque fotográfico. Estaba modificando una foto que había sacado con su cámara de revelado instantáneo y luego había escaneado.
Luego fue al sector de mantenimiento, para ver si alguien podía arreglarle la pluma fuente. Había una sola persona, que estaba tratando de hacer girar un tornillo con cabeza en cruz usando una navaja suiza porque, según explicaba, no tenía el destornillador adecuado. Jorgito resolvió volver más tarde.
Cuando fue hora de comer, Jorgito se dio cuenta de que se había olvidado la vianda. Había guardado las sobras de la noche anterior en un recipiente plástico hermético para comerla en ese momento, pero lo había dejado en la heladera. Debió entonces salir a comer, y fue a un restaurante de comida rápida que había muy cerca de su trabajo. Comió una hamburguesa que, según la descripción del cartel explicativo, pesaba un cuarto de libra y venía con queso. Jorgito acompañó el sándwich con un vaso de gaseosa cola, mientras se preguntaba cuánto sería eso en kilos.
Cuando terminó de almorzar, vio que le quedaba tiempo de su descanso del mediodía, y aprovechó para jugar con un compañero unos partidos de tenis de mesa en el bar de al lado.
Al volver al trabajo, volvió a pasar por Mantenimiento buscando una solución para el problema de su pluma fuente. Se encontró a dos operarios tratando de pegar planchas de poliestireno usando cola vinílica. Le explicaron que habían intentado con cinta adhesiva transparente, pero no tenía la resistencia requerida. Jorgito les sugirió usar pegamento de contacto.
Cuando terminó su día de trabajo, Jorgito estaba muy estresado por las tareas de la semana. Y eligió volver a su casa caminando, mientras escuchaba música en su reproductor portátil. Durante el trayecto pasó por una heladería y se llevó un kilo de crema helada. Como todavía le quedaba un trecho por recorrer hasta su casa, Jorgito pidió que le incluyeran dióxido de carbono en estado sólido para evitar producir derrames innecesarios.
Para sacarse el estrés, al día siguiente Jorgito se fue al campo a pasar el fin de semana. Tenía un terreno no muy lejos de la ciudad, el cual había heredado, junto a sus ocho hermanos, de su tía María. Cuando abrió la tranquera saludó a don Vicente, el cocinero, que a pesar de ser carioca estaba lleno de nobleza gaucha. Era un campo frío, pero a Jorgito no le importaba. Cuando estaba en ese lugar se sentía siempre libre.