Septiembre sin P

Muchos lo aceptan. No les molesta que septiembre pierda su P. Para ellos es lo mismo decir setiembre. Está bien. Son gustos. Pero no es sólo una cuestión de gustos, ni una objeción del reflejo conservador. Aceptar la pérdida de la letra que más personalidad le da a la palabra es un síntoma de una resignación más general.
No sería lo mismo si la que se busca eliminar fuera la B. Podríamos decir septiemre y nuestra vida sería igual. Pero septiembre es otra cosa. Ese diptongo de consonantes es la vida de septiembre. Es la P de primavera. Es la P de la pausa que ella misma provoca, y que permite saborear septiembre mientras lo decimos.
Es cierto que septiembre ya no es el séptimo mes, y que entonces no necesitamos indicarlo desde el nombre. Pero esa no es la razón, y lo sabemos porque el diptongo se conserva en octubre. Es alguien, o alguna nacionalidad, que por cualquier motivo ha decidido que era mejor una pronunciación insulsa. Tienen derecho a hacerlo, pero no tienen por qué imponerlo a los demás, del mismo modo que los defectos de pronunciación no tienen por qué traducirse a la escritura y borrar en el camino parte de la etimología de la palabra.
Los peligros no se terminan ahí. Aceptar setiembre es decidir que no nos molesta la usurpación. Sentamos precedente para que nos quiten otras cosas, porque no reaccionamos a tiempo. Debemos resistir. La P es simbólica. Su resistencia será nuestra resistencia. Queremos prolongar la batalla sobre la P, para que las fuerzas que nos quieren privar de todo vean que no les es fácil, que no nos resignamos a entregar lo que se les ocurra. Así, cuando vengan por alguna otra cosa, sabrán que somos tenaces, y lo pensarán dos veces.
No es septiembre el que necesita la P. Somos nosotros.

P de septiembre

Septiembre se escribe con P. Es así. El que diga lo contrario está equivocado. Incluso si es la Real Academia. ¿Quién se cree que es la Real Academia para dictar la expulsión de letras de una palabra? Si se permiten cambiar el nombre a un mes, ¿por qué no vuelven a llamar Quintilis a Julio?
Escribir setiembre es la misma bestialidad que escribir otubre. No es aceptable (o acetable), por más que haya gente que pronuncie así. Esa clase de giros idiomáticos es aceptable en la oralidad, pero no debe ser convalidada ortográficamente, por lo menos hasta que esté totalmente impuesta.
Y la P de septiembre se resiste a dejar de ser pronunciada. Es muy tentadora. Ese pequeño beso que se hace al decirla le da sabor. Setiembre no tiene gracia. Es una palabra insulsa, ni vale la pena decirla.
Sin embargo, alguna gente la dice así. Es gente insulsa, que no sabe lo que hace. No hay que hacerle caso. Lo que pasa es que la Real Academia se toma en serio eso de que las palabras deben ser escritas como se pronuncian. Y después se apuran a convalidar cualquier cosa. No se dan cuenta de que algunas palabras deben ser pronunciadas como se escriben.
Tenemos que pararlos. Si aceptamos que nos saquen la P, después vendrán por la C de doctor. No podemos permitirlo.