Ningún pibe nace psicólogo

Como sociedad, siempre nos quejamos de su accionar. Están por todos lados, al acecho, listos para aplicarnos sus métodos destructivos. Nos sentimos sus víctimas. Y es lógico, porque vemos su acción directa sobre nosotros. Pero, si lo pensamos bien, nos daremos cuenta de que, en realidad, ellos son las verdaderas víctimas. Es la sociedad la que los empuja hacia la psicología.
Ellos son personas, igual que nosotros. No nacieron con mala intención, ni con ganas de psicoanalizar a nadie. Pero crecieron en esta sociedad enferma, y no todas las personas reaccionan de la misma manera. No todos pueden sobrellevar las presiones sin caer en la psicología. Hay que comprenderlos.
Está bien que tomemos precauciones para mitigar el impacto que puedan tener sobre nosotros. Pero no tenemos que mirarlos mal sólo por ser psicólogos. Debemos tener en cuenta que son gente de personalidad débil, que han sido víctimas de un sistema perverso que no les da la oportunidad de tener una salida laboral digna. Entonces se hacen psicólogos, en parte para ejercer una venganza sobre esa sociedad que los oprime. Como el sistema les quita todo anhelo, ellos tratan de hacerse un lugar a fuerza de tests y conclusiones acerca del resto de las personas. No entra en consideración el daño que puedan hacer. No hemos sabido enseñarles que no hay que hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Con un poco de esfuerzo, los psicólogos pueden recuperarse. Necesitamos cambiar este sistema para darles lo que siempre se les ha negado. El daño hecho ya está hecho. Debemos concentrarnos en el futuro, para otorgar a los psicólogos que ya existen la oportunidad de hacer algo productivo con el resto de sus vidas. Y para evitar que los niños de ahora dilapiden su adultez en la psicología.
De nosotros depende.