La unión hace la fuerrza

La R no es una letra más. Es la única letra que necesita potenciarse a sí misma. Algunas letras requieren de otra para poder usarse, como la Q necesita a la U. La H adquiere sonido al combinarse con la C. La R no necesita otra letra. Pero se necesita a sí misma para poder llegar a su máximo esplendor.

Una R sola no tiene un gran impacto. Ni siquiera es digna de su nombre. Es una “ere”. Hasta la pronunciación de “ere” muestra timidez. La “ere” es algo pusilánime. Sólo cuando comienza una palabra cobra vida por sí misma. En todos los otros casos queda débil, sin mayor influencia sobre el ritmo de una oración. Queda cerca de ser prescindible.

Pero cuando una R es acompañada por otra R, es otra cosa. Ambas se potencian. Se dan fuerza una a otra, y el conjunto resuena, repiquetea como el corte de un serrucho. R con R forman “erre”. Las palabras con erre tienen otro sabor. Adquieren un trémolo que las hace vibrar de otra manera. La R rompe la monotonía del habla, pero sólo cuando está junto a otra R.

Dos R juntas hacen que la R llegue a su máxima expresión.