Recién mañana

El pan recién hecho me espera con el sol recién salido. Yo, recién levantado, decido que es momento de desayunar en el jardín. Hago tostadas y me las llevo afuera junto con el diario recién impreso. Me gusta sentir el olor de las tostadas mezclado con el de la tinta fresca.
Afuera, pequeños pajaritos recién nacidos me reciben con cantos en estreno. En el pasto hay algunos capullos recién florecidos. Son las primeras flores de la primavera recién llegada. Me sirvo un poco de café. Me encanta el café recién filtrado. Me siento en la silla de hierro verde que está al lado de la mesa de mármol.
Lanzo un suspiro. La ropa recién planchada me da una sensación placentera cuando cubre mi cuerpo recién bañado. Hay algo mágico en esos primeros momentos que después se pierde. Por eso siempre le exijo al personal que tenga todo a punto cuando me levanto. Me gusta sentirme como nuevo.
Escucho el ruido de las cigarras, recién despiertas después de su largo invierno. Cuando termino la tostada, siento el olor del pasto recién cortado. El jardinero recién terminó. Quedan algunos fragmentos de pasto esparcidos sobre el suelo. También hay capullos vacíos pertenecientes a orugas recién mariposas. Las veo entretenerse entre las flores, sorprendidas con el vuelo recién obtenido.
El café está muy fuerte. Le vierto un chorrito de leche. Me gusta cuando está recién ordeñada. Se siente especial, mucho mejor que la que se compra en el almacén. Las tostadas que tengo en el plato ya están frías. Quiero hacer nuevas. Pero me olvidé la campana. Me levanto para pedirle a la cocinera que haga nuevas. Y en ese momento descubro que tengo la ropa toda verde. No me di cuenta de que la silla estaba recién pintada.

Hipótesis

Mi hipótesis es que todos tienen una hipótesis, y a partir de esa hipótesis se van a formar nuevas hipótesis. Las hipótesis serán todo lo compatibles entre sí que puedan ser, aunque hay elementos que hacen superar cualquier hipótesis. Mi hipótesis será una de ellas, basada también en mis hipótesis previas, por supuesto, y no menos válida en principio que ninguna otra hipótesis.
Está bien aclarar que no hay que descartar ninguna hipótesis, aunque esto no es tan cierto. Hay hipótesis que pueden ser descartadas muy rápidamente. Eso no impide que sigan vivas. Las hipótesis son sostenidas por todas las personas mientras tengan alguna manera de sostenerlas.
Quiere decir que una de las hipótesis de muchas personas es que sus hipótesis no son hipótesis, sino hechos. No se dan cuenta de que el mundo está hecho de hipótesis, y que es casi imposible confirmarlas en un 100%. Sólo se puede ir más allá de la duda, o de la duda razonable, pero eso no es una confirmación de cada hipótesis. Es más bien una nueva hipótesis, de que la hipótesis al ser verdadera ya no es hipótesis.

El mismo río

Es automático o voluntario. Y lo voluntario corre riesgo, con la repetición, de volverse automático. Las experiencias no se repiten. Se repiten los lugares. Uno no puede bañarse dos veces en el mismo río, pero no es el río el que no es el mismo. El río siempre es igual. El que cambia es uno.
Para ir en busca de lo mismo hay que hacer cosas distintas. Y no se encuentra lo mismo. Todo lo que no es irrepetible es tedioso. Se encuentra algo nuevo, o algo nuevo para nosotros, pero sólo si lo buscamos. Si no, las cosas nuevas pasan como río y no nos damos cuenta porque nos estamos bañando.
La repetición innecesaria termina mal. No es que haya que evitar las repeticiones. Hay que preguntarse por qué lo hacemos. Volver a hacer lo mismo viene con la carga de todo lo hecho antes, y eso transforma a la experiencia actual. La puede transformar en algo bueno o malo. Es preciso prestar atención y revisar si o que estamos haciendo sigue siendo lo que queríamos, o de tanto hacer lo que queríamos, se transformó en una fotocopia.
Hay que hacer pausa. Explorar. Ver si la persona que somos ahora quiere volver al mismo río, o si quiere buscar ríos distintos. O lagos. O montañas. O ciudades.
No se puede conseguir el movimiento constante. Cada tanto hay que parar, aunque sea para darnos cuenta de lo que nos movimos hasta ahora.
Si no, corremos el riesgo de convertir lo que nos gusta en ritual, en repetición arbitraria. En adicción. En mecanicismo. De tantas ganas que tenemos, si no miramos lo que hacemos podemos someternos a la obligación, y cuando nos queremos acordar, es el río el que se baña otra vez en nosotros.