Teatro infantil

Cuando Anselmo era chico, sus padres lo llevaban a ver obras de teatro infantiles. Él iba contento, porque le gustaba el teatro. Los padres iban menos contento, porque las obras infantiles no eran muy atractivas para ellos. Pero creían que la educación de su hijo era importante, y no vacilaban en estimular su cultura.
Para los padres muchas veces era difícil aguantar las obras infantiles. Eran obras que estaban diseñadas para que fueran seguidas por un público de corta edad. Los autores, directores y actores sabían que debían hacer obras simples, porque si no los niños no las podrían entender. El problema era que confundían simpleza con estupidez. Y las obras resultaban estúpidas. Pero a los niños les gustaban igual, porque había muchas canciones, colores, papel picado y animales antropomórficos.
Anselmo creció con esas obras. Se formó culturalmente con ellas. Cuando pasó el tiempo, su gusto fue cambiando. Dejó de ver obras infantiles en las que era tratado como estúpido. Se dedicó a ver obras en serio, donde concurrían adultos y que estaban diseñadas para adultos estúpidos.