Tres puentes

De un lado había tres puentes. Había que elegir uno de ellos para pasar, pero los tres decían tener el mismo destino. ¿Cuál era mejor? Lo más obvio era el del medio, por una cuestión de prudencia elemental. Pero pensé que, tal vez, todos pensaban eso, entonces iba a haber menos gente en los otros.
¿Cuál elegir? Decidí tirar una moneda. Cara izquierda, ceca derecha. Tiré la moneda hacia arriba y, para mi sorpresa, al suelo cayeron dos monedas. Una en cara y la otra en ceca.
“Carajo”, pensé, “voy a tener que tomar una decisión”. Así que elegí el puente de la derecha, el que tenía más cerca. Después me dí cuenta de que lo mejor era seguir duplicando las monedas. Si lo hacía veinte o treinta veces, el crecimiento exponencial me hubiera hecho millonario. Pero no me avivé.
Empecé entonces a cruzar el puente de la derecha. A la izquierda se veían los otros dos. Noté que a medida que me acercaba a la otra orilla, los otros puentes se veían más cercanos. En efecto, antes de llegar los tres se unían. Eran, en realidad, el mismo puente. Y no sólo eso: cuando se unían, ahí terminaban. El puente triple llegaba sólo hasta la mitad del río. No era, al final, un verdadero puente.
Decidí volver por otro de los tres, ya que estaba. Pero, ¿por cuál? Agarré una de las monedas y la tiré hacia arriba, pero nunca volvió. No quise arriesgar la que me quedaba. Decidí ir por el puente de la izquierda, que ahora quedaría a mi derecha.
Avancé hacia la orilla original. Avancé mucho. Y en un momento me dí cuenta de que ya tendría que haber llegado hacía un buen rato. Pero el puente no daba señales de terminar. Resolví seguir hacia adelante, tarde o temprano iba a llegar a algún lado.
En un momento, después de varias horas, divisé algo a lo lejos. No supe inmediatamente qué, pero era algo que alteraba la monotonía. Cuando me acerqué supe de qué se trataba: otro encuentro entre los tres puentes.
Cuando llegué a ese punto, decidí concentrarme, tomarme mi tiempo y dejar que el ambiente me diera la respuesta. Nada de monedas esta vez. Era probable que uno de los tres puentes que podía elegir condujera a una salida. El asunto era elegir bien.