Visita inesperada

El texto se desarrollaba con normalidad. Plácidamente, las palabras se convertían en frases al sucederse. Todo ocurría en forma tranquila, sin asperezas. Se trataba de un texto placentero, sin problemas, relajado. Un texto que se podía disfrutar al leerlo y también al escribirlo.
Hasta que, de repente, apareció el conflicto. Esta aparición llevó al texto por un torbellino de ideas. Lo que se había establecido antes fue modificado, lo cual causó una profunda inestabilidad en el resto de los elementos que formaban el texto.
Era la voluntad de los distintos elementos terminar con el conflicto. Pero no era una tarea fácil, porque se había incrustado en el texto con gran velocidad. Era mucho más fácil insertarlo que retirarlo, porque si se lo sacaba mal podía producirse un daño importante no sólo en los alrededores, sino indirectamente en todo el texto. Era posible que se arruinara todo.
Entonces hubo que urdir un plan. Había que vencer al conflicto. Se necesitaba la voluntad de todos los elementos. El texto debía volver a estar unido, sólo así podría salir de la situación en la que estaba metido. El problema era que había distintos planes para sacarse de encima al conflicto. Algunos involucraban esfuerzos menores por parte de muchos elementos, otros ponían la responsabilidad en la trama y en los personajes. Esto constituía un segundo conflicto, que debía ser resuelto para poder conseguir la unidad deseada.
Finalmente se llegó a un acuerdo. Se decidió un plan híbrido. En efecto, personajes y trama iban a tener que definir los lineamientos principales de la lucha contra el conflicto, pero todos los demás elementos debían cooperar para poder llevar adelante el combate. De otro modo, un elemento que no tirara para el mismo lado podía resultarle útil al conflicto para retrasar su retirada.
Así que todo el texto tomó coraje y, a la cuenta de tres, de un gran esfuerzo literario resolvió el conflicto, de modo que no le quedó ninguna rendija para seguir molestando al texto. Al conseguirlo, los elementos festejaron el triunfo, pero acordaron que debían ser vigilantes para que no les volviera a pasar.
Durante todo el resto del texto, el clima volvió a ser plácido y tranquilo. Y aunque ya no era el mismo que antes, pudo tener una existencia pacífica hasta el final.