Tribuna italiana

“Tribuna italiana” es una revista destinada a la comunidad italiana local. A los inmigrantes, o descendientes de ellos. Trata asuntos de interés para ambos países y las relaciones entre ciudadanos de ellos. Se publica semanalmente en Buenos Aires. Se edita en italiano, porque está establecido que los que están interesados en esos asuntos saben el idioma.
Como cualquier periódico, acepta avisos. Pero los avisos no necesariamente están en italiano. Salen en el idioma que decide el anunciante. Al publicitar en Tribuna Italiana, debe tenerse en cuenta que es una revista con un público muy definido. La leerán quienes son italianos y quienes se sienten italianos.
Cuando hay elecciones parlamentarias en Italia, los italianos que viven en el exterior eligen también legisladores. Los partidos buscan votos, y una revista como Tribuna Italiana es muy atractiva para esa clase de anunciantes. Hay muchos potenciales votantes entre esos lectores. Es mucho más efectivo que publicitar, por ejemplo, en las lunetas de los colectivos.
Algunos candidatos, sin embargo, pautan el aviso en español. Probablemente el razonamiento es no excluir a nadie al hablar en un idioma extranjero. Pero en Tribuna Italiana el español es un idioma extranjero. No es razonable escribir en español para asegurarse la comprensión de los suscriptores de una revista que sale en italiano. Particularmente cuando se quiere conseguir su voto, no hay mejor forma de parecer condescendiente.
Otros anunciantes son más perspicaces, y redactan sus avisos en italiano, para que no desentonen con el resto del periódico. Es el caso de un servicio de traducciones, que también encuentra a su target en una revista de colectividad. Su aviso reza “traduzioni immediate”, y ofrece servicios de traducción del italiano al español. Servicio destinado a todos los que puedan entender entender su aviso, publicado en italiano.

Tilde

El tilde estaba casado con la n, y juntos formaron la ñ. La n era amiga de todas las letras, excepto de la b, con la que no se podía juntar. Le gustaba juntarse, en cambio, con la v. Pero el tilde no tenía amigos. Había coqueteado con el apóstrofe, pero fue traicionado cuando el apóstrofe desertó para unirse a la c y formar la cedilla.
Pero luego de formar cáñamo el tilde encontró a un amigo. También se llamaba tilde, pero se lo apodaba acento y solía frecuentar las vocales. El acento empezó a saludar al tilde cuando se veían de lejos, como en ñandú, y la n, cuando estaba acompañada por el tilde, se acostumbró a estar acompañada de vocales para mejorar las posibilidades de que su cónyuge pudiera encontrarse con su amigo el acento.
El matrimonio entre el tilde y la n no se soportaba con el punto ni con la coma, y evitaban terminar una palabra para no encontrarse con ellos. Tampoco soportaban mucho a los signos de admiración y pregunta, pero podían tolerar a los invertidos, dado que eran también objeto de discriminación al igual que la ñ. Igual no se veían mucho.
De la misma forma, la ñ toleraba a la barra pero tenía gran odio por la contrabarra. Pero esto no es por alguna maldad de la contrabarra sino porque no se conocían bien, no se solían frecuentar dado que la contrabarra estaba en ambientes en los que la ñ no se metía por tener un código ASCII mayor que 127.
En esos ámbitos sí se metía la n, lo que causaba celos al tilde, dado que la n muchas veces ocupaba su lugar sin reemplazo alguno. A veces lo hacía la n mayúscula, como para ocupar más lugar y mostrar que extrañaba al tilde. Pero el tilde se sentía excluido, sobre todo porque la n empezó a hacer ahí adentro amigos nuevos, como la @ y el #. El tilde no entendía por qué esos símbolos tan extraños eran aceptados y él no podía entrar con su esposa. Cuando se enteró de que podía entrar solo no quiso hacerlo por pudor, no le gustaba mostrarse sin la n, y lo hacía muy de vez en cuando.
Hasta que ese ámbito se fue abriendo, fue ganando la tolerancia y parejas que antes eran excluidas ahora eran aceptadas. La ñ fue una de las primeras junto con la cedilla y unas cuantas parejas del francés que usaban acento agudo (que se parecía mucho al tilde amigo suyo), acento grave (que era invertido) y acento circunflejo, que era como una pequeña corona.
El tilde quedó particularmente maravillado con el acento grave, que se aplicaba sobre las vocales igual que el del español pero tenía otros usos. Tanto que se separó de la n y se fue a vivir con él. Y ahí se encuentran todavía, a la izquierda del 1, siempre listos para entrar en acción.