La vista desde el cometa

El cometa se acercaba al perihelio. Los habitantes estaban expectantes. Se consideraban una generación privilegiada, al poder conocer la luz y el calor del Sol. La órbita muy elíptica del cometa los mantenía durante grandes lapsos en los confines del Sistema Solar. Desde el último perihelio, la ciencia se había desarrollado mucho, y los habitantes estaban en condiciones de entender de qué se trataba. Había registros de la vez anterior, pero eran tan lejanos en el tiempo que era difícil distinguir el mito de la realidad.
De modo que la ciencia reportaba novedades todo el tiempo. A medida que el cometa se acercaba al Sol, se producían novedades. La capacidad de observación iba cambiando. Algunas cosas que en el lado oscuro se podían ver bien se perdían en la luminosidad reinante, pero otros objetos eran mucho más visibles, porque eran iluminados por el Sol y también porque estaban más cerca.
Así fue como los astrónomos del cometa pudieron ver que había un objeto que llevaba una trayectoria tal que iba a chocar contra ellos. Subsiguientes observaciones no dejaron dudas: ambos cuerpos chocarían a menos que se hiciera algo. Y para peor, cuando pudieron medirlo, comprobaron que el objeto que los iba a impactar era enorme, mucho más grande que el cometa y capaz de pulverizarlo en el choque. Era tan grande que tenía otro objeto subordinado, bastante más chico pero, comparado con el cometa, también muy grande y con potencial devastador.
Las autoridades del cometa se reunieron en forma urgente para ver qué podían hacer. Era preciso desviar la trayectoria o evacuar, dejar para siempre el cometa donde siempre habían vivido. Se llegó a la conclusión de que iba a ser necesario el abandono, porque no existía la tecnología necesaria para desviar el cometa. Otra opción que se contempló fue destruir de alguna forma al objeto que iba a impactar, pero se determinó que era aún menos factible con la tecnología existente.
Se hicieron planes, entonces, para evacuar. Se inició la construcción rápida de varias naves que iban a llevar a todos los individuos que entraran. No era posible sacar a todos, por lo tanto era necesario encontrar un método para elegir a quiénes iban a tener el privilegio de sobrevivir y ser testigos de la destrucción de su cometa.
Mientras se daba un gran debate público, en el que cada uno intentaba imponer un criterio en el que se salvara, los astrónomos dieron la voz de alarma. Otro objeto se acercaba al cometa, esta vez a mucha mayor velocidad.
Se trataba de un objeto alargado y puntiagudo, cuya trayectoria aparentaba venir del cuerpo que iba a impactar al cometa. La velocidad era tal que no iba a haber tiempo para evacuar. En cuestión de minutos impactaría. Los astrónomos no estaban en condiciones de predecir las consecuencias de ese impacto, por lo que los preparativos para la evacuación continuaron durante el poco tiempo restante. Sólo se vieron interrumpidos por una luz intensísima, el único síntoma que pudieron llegar a percibir de la destrucción del cometa.