Sin palabras

En este momento de tanta emoción, las palabras no alcanzan para describir lo que estoy viviendo. Es como si mi capacidad de descripción quedara paralizada por la capacidad de emocionarme. Y estoy tan ocupado emocionándome que no me queda tiempo para abstraer. Entonces, mi parte racional protesta, pide input que no recibe. Sólo le llega que no alcanzan las palabras.
Pero no puede ser, piensa. ¿Qué hay aparte de palabras? Claramente nada. Entonces trata de arreglárselas para describir en palabras algo de lo que no tiene información. Porque quiere participar, y el lenguaje es la única manera que tiene para hacerlo.
El momento emocionante deja afuera a la razón. La experiencia, entonces, no es completa. Porque las palabras están de más. Y por eso, faltan las palabras.