Un mal pronóstico

Una corriente de baja temperatura se acercaba a Buenos Aires dispuesta a ocupar la ciudad y causar molestias a los habitantes. Avanzaba raudamente a través de las pampas, sin encontrarse en el camino con ningún accidente geográfico.
De repente se le interpuso una masa de aire antártico que iba hacia el mismo lugar. La corriente de baja temperatura quiso adelantarla para llegar primero, pero no pudo lograrlo y se produjo una colisión.
El choque provocó una tormenta que debilitó a las dos, aunque sin extinguirlas. Siguieron su camino hacia Buenos Aires, pero a menos velocidad, y gracias a esa lentitud las alcanzó un frente polar que iba desde más lejos también hacia la gran metrópolis.
La masa de aire antártico y la corriente de baja temperatura quedaron en segundo lugar. Para recuperarse en la carrera la rodearon, una por el este y la otra por el este. Desde esas posiciones amenazaban con aplastar al frente polar.
El frente polar frenó y empezó a variar su dirección en zigzag, tratando de molestar a los demás vientos para dispersarlos y poder llegar con fuerza a la ciudad.
Estaban en ese tira y afloje cuando alcanzaron a una columna de frío que iba hacia Buenos Aires más lentamente. Ahí los tres vientos comprendieron que ninguno de ellos tenía más derecho que los demás de llegar primero a Buenos Aires, y de este modo la corriente de baja temperatura, la masa de aire antártico, el frente polar y la columna de frío avanzaron juntas hacia la ciudad.
Al día siguiente, la gente de Buenos Aires debió salir abrigada.