La responsabilidad del lector

Acá donde lo ve, este texto lo escribí yo. Es así, estas palabras que usted está leyendo no estarían juntas si no fuera por mi intervención, porque a mí se me ocurrió ponerlas así como están.
Es interesante. Las palabras le llegan a usted, y son todas palabras que usted conocía. Pero las ideas que expresan esas palabras son mías, o por lo menos son las que yo quería que estuvieran. Aunque tal vez tampoco, es posible que no haya logrado decir lo que quería decir, y sólo haya logrado decir esto.
¿Cómo saberlo? Es necesario que usted, lector, sea sagaz. Usted tiene que diferenciar lo que está escrito de lo que se quiere decir, que no siempre es lo mismo. Debe pescar los subtextos, si los hay, y saber cuáles elementos faltan, y por qué razón.
Es posible que no haya dicho algo para que se note su ausencia. Pero también es posible que no lo haya dicho porque no se me ocurrió, o porque me dio miedo. Es responsabilidad suya captar eso. La mía es sólo escribir. Su lectura implica más que comprender la sucesión de palabras que está ante su vista. Puede hacer eso solo, pero no le resultará muy estimulante.
Usted, entonces, debe ser un lector activo. Pero cuidado: no debe leer lo que no está escrito. Debe comprender el texto. Si se va a poner a inventar significados que no están, para eso vaya y escriba un texto usted.